Hoy he ido al lugar de nuestros besos
a recoger lo que quedaba de tu aroma;
la pequeña sonrisa rezagada,
la palabra postrera
que flotaba en el aire,
alguna sombra vaga de tu cuerpo,
un eco, un gesto, un roce, una mirada.
No he vuelto para borrar la última huella
y que nadie sospeche de lo nuestro.
No, no. ¿Eso que importa?
Mi avaricia
de ti me ha hecho volver,
a ver si entre el silencio y la caricia
te dejaste olvidado algún deseo.