He bebido esta tarde la tristeza de un cuerpo,
su peso, su evidencia,
su impotencia de carne que quisiera ser sueño,
esa mortalidad que lo delata
incluso en el recuerdo.
Me ha contagiado un cuerpo de nieve su dolencia
y ando por tanto exceso
agotada, rendida, con apenas las fuerzas
para arrastrar la piel y la mirada
lejos de su influencia.
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La infidelidad irremediable – Josefa Parra
Si, al final,
ha de comer la tierra tus delicados huesos,
y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna
debajo de raíces y lianas, qué importa
que estés tan descubierto y accesible,
que encauces tu saliva en otros surcos,
que te des a pedazos cada noche
como Profana, y Cruel, y Santa Forma.
Si, al final,
has de ser a despecho de tu carne radiante
y de todo el deseo con que te he coronado
espléndido despojo que posea la muerte…
La belleza – Josefa Parra
Solo es hermoso el hermoso cuando alguien lo mira
Safo
No sabéis cómo duele la belleza.
Infecunda,
abierta sobre el lecho, la carne fulgurante
me adelanta un futuro donde estaremos solos.
Coronadme de acónito, no de frescos laureles,
no de rosas fragantes, no de ramas de mirto.
Coronadme más bien para un día de llanto;
hacedme más hermosa, más triste, más oscura.
(Estoy viéndome ya enlutada y ajena)
Coronadme de flores amargas de cicuta,
no de tallos de eneldo ni de enredados pámpanos.
(Estoy viendo el dolor desde que os he mirado,
pero no me arrepiento de este amor sin fortuna)
Levante – Josefa Parra
Como el urgente viento de Levante te adentras
en mi alcoba, alocando mis folios y mis ansias,
trastocando los puntos cardinales, hurgando
en mis más escondidos secretos. Sin respeto
escarbas en mi cuerpo, me lastimas de semen
y de dudas, me cambias de improviso los pocos
referentes que aún sostenían el mundo.
No puedo detenerte. Me visto de veleta
y señalo hacia el Este mientras que estás conmigo.
De los sueños – Josefa Parra
¿Qué dirías si hoy te invitara a mis sueños?
Tus labios de manzana
sobre la piel golosa de mis ingles
toda la noche -di, ¿qué pensarías?-,
tu saliva frutal levemente aromando
el hambriento contorno de mi vientre…
Qué cosecha tan dulce
(semillas y caricias y extravíos)
para un mundo sin sol.
Dime, ¿no acudirías
si también esta noche te convoco a mis sueños?
EDÍPICA – JOSEFA PARRA
Ajena tras la puerta de la alcoba
va desabotonando su vestido.
Debajo, casta seda: combinación, encajes.
Y más debajo, seda también, recuperada,
nácar y leche,
blanquísima la carne
de mi madre desnuda,
un pecho que convoca mi recuerdo
y me hace salivar,
hambrienta todavía.