Lo perdió por completo. Y ahora va buscando
hallar entre los labios de cada nuevo amante
aquellos labios suyos: buscando va en la unión
con cada nuevo amante engañarse pensando
que es el mismo joven, que ahora se le entrega.
Lo perdió por completo, cual si nunca existiera.
Porque quería —dijo— quería redimirse
del estigmatizado, enfermizo placer,
del estigmatizado, placer vergonzante.
Aún estaba a tiempo —decía— de salvarse.
Lo perdió por completo, cual si nunca existiera.
Con la imaginación, las alucinaciones,
en labios de otros jóvenes sus labios va buscando:
y así procurando sentir de nuevo su amor.
Ideales y profundamente amadas voces
de aquellos que murieron, o de quienes
se perdieron para nosotros como los muertos.
A veces nos hablan en los sueños;
a veces, pensando, la mente los escucha.
Y por un momento con su eco otros ecos
regresan desde la primera poesía de nuestra vida,
como música que extinguieran las lejanas tinieblas.
Jura una y otra vez que rehará su vida.
Mas al llegar la noche y sus consejos,
sus compromisos, sus ofrecimientos,
mas al llegar la noche con su propio poder,
el del cuerpo que quiere y pide, al mismo
fatal placer, perdido, se dirige de nuevo.
Aroma y gracia de mi vida el recordar las horas
en las que descubrí y gocé el placer como lo quise.
Aroma y gracia de mi vida a mí, que aborrecí
cada disfrute de amores de rutina.
No me contuve. Por completo me dejé y fui.
A los placeres que, medio reales,
que a medio hacer, rondaban por mi mente,
fui a través de la noche iluminada.
Y bebí vinos fuertes, como aquellos
que beben los valientes del placer.
Como hermosos cuerpos que murieron jóvenes
y fueron sepultados, con lágrimas, en rico mausoleo,
coronados de rosas y con jazmines en los pies,
así son los deseos que pasaron sin realización;
sin que ninguno sobreviviera una noche
de sensual deleite o una mañana de plenilunio
Poesía de todas la épocas y nacionalidades