Aunque nada sostiene la esperanza que canto
yo sumo aquí las sílabas del amor que te tengo
casi a tientas y pido que su fuego y su música
prendan el ruiseñor prisionero en tu torso.
Creo en un día soleado, mi esperanza lo siente
o lo quiere o lo teme o muere porque sea
cercano al fin sencillo como el puño de un niño.
Creo en el día luminoso en el que tú te rindas.
Podré atenerme entonces a tu piel verdadera.
Serás tú convertido en materia dulcísima.
Serás tú bajo forma de la forma preciosa
de tu cuerpo, en especie de sol y de hermosura.
Serás los treinta y siete grados maravillosos
que tu temperatura imprimirá en mis labios
y tu cuerpo será la mejor certidumbre.
Tú lo curarás todo, todo lo harás volverse
ceguera y luz de amor en la memoria nueva.
Las tardes solitarias, la verdad de las lágrimas
serán tan sólo suma de amor deslumbradora.
Fulgurará tu peso sobre mí repartido
miembro a miembro sellándome con tu forma adorada,
y el esplendor que irradian todas tus proporciones
traspasará los límites de mi piel hasta hacerme
hermano para siempre de la hermosura tuya.
En tu gemir rendido y en tu animal furioso
me será revelada la luz de tu persona.
Tu forma de abrazarme y el modo de tus besos
darán sentido al nombre que te dieron tus padres.
Y yo que no soy nada probaré la ternura
que tienes cuando entregas tu ejército vencido.
Pero antes, antes, antes, abriendo, inaugurando
más bello y silencioso que los amaneceres
de la historia del mundo, no sé de qué manera
tú me dirás que sí y me darán tus ojos
la entrada, y lo que era a fuerza de soñarte
pelo tuyo, ojos tuyos, ojalá que no haya
nada tras el instante en el que tú te entregues.
No prosiga la vida su tejido confuso.
Entonces será dulce temblar ante tu piel
y morir, y acercarme, y sentir solamente
esa extensión suave de Dios entre mis manos.
Archivos Mensuales: diciembre 2022
Navidad – Fernando Pessoa
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fué mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fé vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra -o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.
Huyendo del destino – José María Hinojosa
En medio de este hueco redondo y transparente
que me persigue siempre a través de la tierra
retumban los hachazos que separan las ramas
brotadas en el tronco de mármol patinado
por el humo de pólvora y la luz de la luna
filtrada entre los dedos de tus manos de nieve.
Tus brazos recogían en sus siete colores
la lluvia de mi frente y la espuma del agua
perdiéndose en las aguas tu cabellera rubia
mientras que tu cabeza flotaba entre las olas
verde entre verdes algas con los labios abiertos
por la caricia última de mis labios de fuego.
Oración – José María Pemán
Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.
Yo sé que estás conmigo, porque he visto
En las cosas tu sombra, que es la paz;
Y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco, se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.
No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar...
¡otra vez, como ayer, te he conocido
por la manera de partir el pan.
Mar de fondo – Julia Santibáñez
La tarde aún no se acuesta
y el mar bate en el acantilado
a coletazos de espuma.
Me acerco a la orilla del peñasco.
Flexiono las piernas,
alistándome a saltar
como un suicida
que codicia el mareo del viento,
los nudos de agua que retumban.
Pero conozco un espasmo más fino:
enderezo el cuerpo,
bajo los brazos,
aferro los dedos de los pies
al borde de piedra.
Y me quedo ahí,
hasta la noche.
Matar a un poeta cuando duerme – Efraín Huerta
1
Le dispararon aquí mismo, mire.
Mire y escuche mi sangre en esta arteria,
de abajo arriba, para que la bala llegara al cerebro
y deshiciera bruscamente su genio y su infinito amor.
(Los chacales erpianos se habían dicho:
“Que sea cuando esté dormido.
Los pobres poetas son muy sensibles…”)
Lo drogaron para matarlo
–porque para las bestias el mejor poeta
es un poeta muerto
Mire cómo ese río se detuvo
Oiga con cuidado la condenatoria palabra
del ceibo joven y el murmullo dolorido
de las maduras palmeras.
Dios de los dioses, qué canallísimos fueron
y qué suciamente manejaron ese crimen.
2
Tan dulce, tan poeta, tan Roque,
tan mi Roquito Dalton.
Mira que te he llorado, camarada, muchas noches.
Óyeme que te he visto aquí, en México, y recordado
aquella noche de nuestro abrazo en el Tropicana;
las charlas afuera del Habana Libre;
en el Hotel Nacional y las discusiones
con el hermano Óscar Collazos;
la noche de diciembre de 1969 en que subiste
a mi habitación (la 544 del Nacional) a despedirte
para no vernos nunca más.
En una bolsa de papel llevabas un tesorito:
un limón gigante, dos naranjas, un jitomate
y el libro de poemas que me debías.
Pero esta noche de marzo,
a casi un año de que te asesinaron,
ya no tengo más libros tuyos
(sólo la carta que te escribió Retamar
y el poema de Mario Benedetti);
no tengo ya sino unas cuantas lágrimas.
Esta noche nuestra, Roquito,
mi Roquito, siento que un poco
un poco de tu nobilísima sangre salvadora
me corre por alguna vena
en esta conspiración de la vida
por hacer más larga mí agonía.
Pienso ahora en Otto-Rene Castillo,
en Humberto Alvarado y en Javier Heraud,
poetas, combatientes, mutilados.
Hoy quiero vivir más,
no mucho, por tu sonrisa magnifica,
flaco queridísimo,
totalmente vivo:
Roque Dalton
Muerde…- Rafael Cadenas
Muerde,
traga,
recibe
lo necesitas,
lo está pidiendo a gritos tu cuerpo,
lo reclama tu pecho a voces,
lo esperan tus rodillas.
Come cuanto antes este plato.
Tus manos no se sentirán flojas en la mañana.
Toma el bocado que te corresponde,
el escogido para ti,
el que alguien puso en tu mesa
para que vivieras con él.
Amor – Ernestina de Champourcín
Puliré mi belleza con los garfios del viento.
Seré tuya sin forma, hecha polvo de aire,
diluida en un cielo de planos invisibles.
Para ti quiero, amado, la posesión sin cuerpo,
el delirio gozoso de sentir que tu abrazo
solo ciñe rosales de pura eternidad.
Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo
sobre la desnudez que sella lo inefable,
ni encontrarás mis labios
mientras algo concreto enraíce tu amor…
¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas!
No entorpezcan besándome la fuga de mi cuerpo.
¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol.
Escrito con tiza – Óscar Hahn
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero mas Unos somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida
Detrás de todo gran amor la nada acecha.
Paisaje dulce – Juan Ramón Jiménez
ANTE el pensar confuso de esta muda tristeza,
¡qué blando eras, paisaje! Tus plácidos colores
le untaban a mis ojos bálsamos de belleza,
que chorreaban miel en mis hondos dolores.
—Su esmeralda, en el cielo copiaba el mar vecino,
piedra pura del anillo del horizonte;
a la brisa, arrullaba, grato, el redondo pino
una paz fuerte y rosa que ascendía del monte.—
Una mano celeste modelaba la vida
con arena de amor, de bien y de ventura;
y cual lobo hecho oveja, temblorosa y perdida,
volvía por el campo, balando, mi amargura.