Sin flores y sin frutos
me ha encontrado el verano
otra vez
en las ramas de sangre
un nido esta esperando
al corazón
y un caracol o labio me recorre
escribiendo un conjuro
que protege
de la nube
del hacha
del ahorcado:
«sostén tu sombra al hombro
que ya vendrá el amor
a verte florecer
1que ya vendrá el dolor
a hacerte madurar»
Existir no necesita esfuerzo:
existir atraviesa los días
como una piedra
cruza una canción
vivir en cambio
se inventa a cada aliento
quema
moldea el alma
con la forma misma del camino
que el alma dibujó
vivir se vierte
como metal al rojo en un glaciar:
libera al hielo
al tiempo
de lo fijo
así el metal acuña
el azar en destino
se aguza en blanco
se detiene en sí
Cualquier senda
conduce
o extravía
al que no sabe
dónde va.
Querer llegar a ser
y para eso
lecturas viajes cuerpos
conseguir lo que no se posee
deshacerse de lo que nos estorba
pero al final
¿cantaremos mejor?
¿estaremos más cerca
de nuestro propio centro?
¿no sería mejor dejarse ir
como los días
tomar aquello a que alcanza la mano
abandonar lo que nos abandona?
¿saber que somos ya
sin mácula
sin falta
quienes somos?
Te sé
oxidada de silencio y noviembre
y abrazada a tus piernas
y desnuda
se te enfría
la saliva en los labios
y hasta tu sombra es dura
en la alcoba
tus medias derramadas
son medusas
de un mar
al que no iremos nunca
Eres la espina
del espino en flor
del firmamento.
Te marchas para mí
y enhebras la mirada
de los muertos.
Por ser fugaz te afila
en espina
el poema.
Por caer y perderte
subrayando el silencio
te prefiero.
También caigo y me pierdo.
También alguien al verme
cree en su suerte.
Y también se equivoca.
Te enterraré en un verso
que no he encontrado aún,
maniatada con tinta
en una zanja escrita a tu medida,
en un renglón de abismo
cavado para ti.
Te haré pedazos, letras.
Desmembrada. Y así
todos podrán leerte
y nadie, escúchame,
nadie
descubrirá tu cuerpo.
Una voz íntima dice
que hice mal
y otra más honda
que no tiene importancia
Poesía de todas la épocas y nacionalidades