Archivo de la categoría: Francisco de Quevedo

Soneto amoroso – Francisco de Quevedo

Si dios eres, Amor, ¿cuál es tu cielo?
Si señor, ¿de qué renta y de qué estados?
¿Adónde están tus siervos y criados?
¿Dónde tienes tu asiento en este suelo?

Si te disfraza nuestro mortal velo,
¿cuáles son tus desiertos y apartados?
Si rico, ¿do tus bienes vinculados?
¿Cómo te veo desnudo al sol y al yelo?

¿Sabes qué me parece, Amor, de aquesto?
Que el pintarte con alas y vendado,
es que de ti el pintor y el mundo juega.

Y yo también, pues sólo el rostro honesto
de mi Lisis así te ha acobardado,
que pareces, Amor, gallina ciega.

Segundo paje… – Francisco de Quevedo

Segundo paje diz que tienes, puta,
Y según que de puta tienes fama,
más pajes, que no pajas en la cama,
tendrás, según te muestres disoluta.

¿Por qué nos das al vulgo nueva fruta,
Pues que ya todo el mundo lo reclama,
Y eres fregona transformada en dama,
Aunque la principal te ha enviado astuta?

Vuelve, resuelve, reconoce y mira
los sodómicos jóvenes que has muerto,
al escribano, sastre y al danzante.

Y pues que mi verdad haces mentira,
no quiero flores de tan puto huerto
cogidas en creciente ni menguante.

Cerrar podrá mis ojos la postrera… – Francisco de Quevedo

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Definiendo el amor – Francisco de Quevedo

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un malpresente,
es un breve descanso muy cansado;

es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;

es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!