Archivo de la categoría: Carmelina Soto

Tu nombre… amor – Carmelina Soto

Yo no te reconozco porque estoy en tus manos
y yo llegué a tus manos sin saberlo siquiera.
Por eso, si te nombro, me sabe a primavera
porque tu nombre es fiesta de trigos y manzanas.

Tu nombre sabe a mieses y al pan que busco y quiero
cotidiano y difícil… y al sol y a manzanilla.
Tu nombre sabe a tierra generosa y sencilla
y a septiembre y semillas y a navidad y a enero.

Por eso tú no puedes llamarte de otro modo
sino como te llama mi voz de cada día
que si te llamo, amor, se me ilumina todo.

Y tengo patria y sueños y ensueños y alegría
y anhelos y esperanzas y glorias y acomodo….
pues tengo todo… todo… lo que yo no tenía.

Los rencorosos – Carmelina Soto

Ahí te dejo las últimas monedas
y el vino que cobraste y no probé, por nada.
En los remates y las almonedas,
ganarás todo cuanto yo he perdido…
y yo nunca he perdido, porque cuando he perdido,
pues tan sólo he perdido unas monedas.
Qué son unas monedas ante el milagro de la vida!
Me voy. No sé hacia dónde… hacia la noche bella,
con mi secreto destino, con mi estrella
y mi campo en agraz.
Pues todo va conmigo:
amor y canto y trigo…
Siempre. Nunca. jamás.
Este afán de vivir ya no se cura
ni con vino.
Este afán de vivir ya no se calma
ni con vino de palma.
Sólo el anhelo de vivir perdura.
Quiero vino no más
pero no en demasía.
Mañana? pues mañana es otro día
y este afán de vivir ya no se calma
y este afán de vivir ya no se cura
ni con vino de palma.

Imágenes del amor – Carmelina Soto

Yo te amo….
Yo te amo y lo digo así sencillamente
como si ya el recuerdo transitara tus años.
Como si ya mis ojos lloraran por tu ausencia
y como si tus besos ya supieran mis labios.

Yo te amo…
Yo te amo con crueles tiburones de sangre
entre cristales duros vigilando tu cuerpo.
Yo te amo en los arroyos calientes de mi vida
y en mis poemas trémulos.

Yo te amo…
Yo te amo con violetas espirales azules
en donde hay mariposas de amor en cautiverio.
En la frontera exacta que la caricia asume,
en el preciso límite donde el gemido es beso.

Yo te amo…
Yo te amo con un suave sabor a miel anclada
en donde hay golondrinas clausurando recuerdos.

En donde sabe el aire a atmósferas de frutos,
donde las manos corren caminos del deseo…

Yo te amo…
Yo te amo por mil voces de venas enemigas.
Por el grito lejano de mi sangre en el tiempo.
Por la ardorosa llama que se esconde en la nieve.
Por las hondas palabras que están en mi silencio.
Yo te amo…
Yo te amo por la rosa que guarda en sí la espina.
Por la muerte que apaga con sus ojos mi sueño.
Por las rebeldes lianas que las voces me anudan.
Por mi carne entusiasta, por mi vida y mis nervios.

Yo te amo…
Sufriendo…

Canción para iniciar un olvido – Carmelina Soto

¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo?
¿Y si no es para perderlo, para qué quieres un tesoro?

Todo al ayer uncido.
Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.
Conciencia de haber sido
y no ser más que aquel instante bello y preterido.

Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo… yo… que soy tan pequeña
lo mismo que una hormiga)

Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera…
la fuente seguirá
diciendo su mentira verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra dorada primavera.

Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin sentido.
Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un día ya todo lo ha vívido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una historia tenaz como la rosa).

La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.

(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).

Sólo me quedas… porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del olvido.
(Indefinido
indefinidamente
tu rostro con mi verso confundido).

Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa…
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.