Los dos ángeles – Rafael Alberti

Ángel de luz, ardiendo,
¡oh, ven!, y con tu espada
incendia los abismos
donde yace
mi subterráneo ángel de las nieblas.

¡Oh espadazo en las sombras!
Chispas
múltiples,
clavándose en mi cuerpo,
en mis alas sin plumas,
en lo que nadie ve,
vida.

Me estas quemando vivo.
Vuela ya de mí, oscuro
Lucifer
de las canteras sin auroras,
de los pozos sin agua,
de las simas
sin sueño,
ya carbón del espíritu,
sol, luna.

Me duelen los cabellos
y las ansias
¡Oh, quémame!
¡Más, más, sí, sí, más! ¡:Quémame!

¡Quémalo, ángel de luz,
custodio mío,
tú que andabas llorando por las nubes,
tú, sin mí, tú, por mí,
ángel frío de polvo, ya sin gloria,
volcado
en las tinieblas!

¡Quémalo, ángel de luz,
quémame y huye!

Riera – Joan Margarit

Canalitzada i seca,
va per fora del poble fins al mar
amb el terra i els murs de formigó,
ampla i blanca a la llum de la lluna.
Les vores, sobre els murs, entre les canyes,
són plenes de ginesta i de fonoll.
De tant en tant, la fosca perfumada
l’adornen en silenci les finestres
enceses entre els horts.
Per la riera vaig fins a la platja.
Ni carrers ni camins, només l’amplària
nua i abandonada esperant l’aigua
furiosa i brutal de les riuades.

ONCLE LLUÍS – JOAN MARGARIT

Estos días azules y este sol de la infancia.
(Últim vers escrit per Antonio Machado a Cotlliure)

Colgat al fang de l’Ebre, l’heroisme.
Però per al vençut també comptava
-ja amb una pobra roba de civil-
tenir aquella mirada, morenot,
pinxo de barri de rialla fàcil.
Desterrat, se l’enduen en un tren.
En les llargues parades de la nit,
en el seient de fusta, entre fusells,
sent com la guerra és una fera enorme
que amb les urpes l’empeny fins a Bilbao,
sense equipatge i les butxaques buides.

El deixen a l’andana un matí gris.
Fatigat pel viatge i la derrota
es renta en una font i, al fons dels ulls,
llueixen la seva èpica i les armes
d’antany, les velles armes d’aquells balls
de diumenge als patiots de Montjuïc.
Busca els carrers de meuques i tuguris.
Ja és a prop d’ella, sent el seu perfum
barat i la mirada fosca a uns ulls
on el rímel ha posat
banderes negres d’anarquistes morts.
Les ungles, d’un roig brut,
són banderes que l’Ebre arrossegava.

I jo estic orgullós de tornar a escriure,
com als bons dies de la poesia,
un poema que parla d’una puta
que per amor se salva i salva un home.
Això passava en acabar la guerra.
Mentrestant, transcorrien per a mi
els dies blaus i el sol de la infantesa.

El soneto es tan ágil como un brinco… – Francisco Pino

El soneto es tan ágil como un brinco,
nadadora de noches perfumadas;
aquí, tu voz, tu risa, tus miradas,
esta rama de amor tejen espesa.

Desde el pálido gris a la frambuesa,
del cálido tabaco hojas doradas,
todas tus sombras rinden concentradas
aguas de una corriente que no cesa.

Oh lento surtidor que sombras mana,
tranquilas formas de figura humana,
en líquidos topacios ya resuelto.

Esta tu oscura piel de alga morena
cambia la espesa rama en fuerte vena,
y en yodo creces: surtidor esbelto.

Cada uno tiene su pedazo de tiempo… – Roberto Juarroz

Cada uno tiene
su pedazo de tiempo
y su pedazo de espacio,
su fragmento de vida
y su fragmento de muerte.

Pero a veces los pedazos se cambian
y alguien vive con la vida de otro
o alguien muere con la muerte de otro.

Casi nadie está hecho
tan sólo con lo propio.
Pero hay muchos que son
nada más que un error:
están hechos con los trozos
totalmente cambiados.

Destiempo – Enrique Lihn

Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren
entre la multitud de la igualdad de los días.
Nuestra debilidad cifraba en ellos
nuestra última esperanza.
Pensábamos y el tiempo que no tendría precio
se nos iba pasando pobremente
y estos son, pues, los años venideros.

Todo lo íbamos a resolver ahora.
Teníamos la vida por delante.
Lo mejor era no precipitarse.

Ternura de tigre – Carlos Barral

La lengua sobre todo, afectuosa,
áspera y cortesana en el saludo.

Las zarpas de abrazar, con qué cuidado,
o de impetrar afecto, o daño, a quien lo doma.

La caricia con uñas, el pecho boca arriba
para mostrar el corazón cautivo.

La piel toda entregada, la voz ronca
retozando en su jaula de colmillos,
y los ojos enormes, de algas, sonriendo
a la muerte inmediata
                                        a que fue sentenciado.

Coplas a la tristeza – Juan Boscán

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.

¡Oh tristeza,
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo!

No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.

Pero di:
ya que está en tu compañía,
¿cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?

Que el placer de verte en mi,
no hay remedio para echallo,
¿quién jamás estuvo así?
Que, de ver que en ti me hallo,
me hallo que estoy sin ti.

¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tu hiciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!

Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.

Pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces,
mucho más que en tu presencia.

Salmo de amor – Eduardo Marquina

¡Dios te bendiga, amor, porque eres bella!
¡Dios te bendiga, amor, porque eres mía!
¡Dios te bendiga, amor, cuando te miro!
¡Dios te bendiga, amor, cuando me miras!

¡Dios te bendiga si me guardas fe;
si no me guardas fe, Dios te bendiga!
¡Hoy que me haces vivir, bendita seas;
cuando me hagas morir, seas bendita!

Bendiga Dios tus pasos hacia el bien,
tus pasos hacia el mal, Dios los bendiga!
¡Bendiciones a ti cuando me acoges;
bendiciones a ti cuando me esquivas!

!Bendígate la luz de la mañana
que al despertarte hiere tus pupilas;
bendígate la sombra de la noche,
que en su regazo te hallará dormida!

¡Abra los ojos para bendecirte,
antes de sucumbir, el que agoniza!
¡Si al herir te bendice el asesino,
que por su bendición Dios le bendiga!

¡Bendígate el humilde a quien socorras!
¡Bendígante, al nombrarte, tus amigas!
¡Bendígante los siervos de tu casa!
¡Los complacidos deudos te bendigan!

¡Te dé la tierra bendición en flores,
y el tiempo en copia de apacibles días,
y el mar se aquiete para bendecirte,
y el dolor se eche atrás y te bendiga!

¡Vuelva a tocar con el nevado lirio
Gabriel tu frente, y la declare ungida!
¡Dé el cielo a tu piedad don de milagro
y sanen los enfermos a tu vista!

¡Oh querida mujer!… ¡Hoy que me adoras,
todo de bendiciones es el día!
¡Yo te bendigo, y quiero que conmigo
Dios y el cielo y la tierra te bendigan!

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses… – Eduardo Lizalde

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;
que se pierda
tanto increíble amor.
Que nada quede, amigos,
de esos mares de amor,
de estas verduras pobres de las eras
que las vacas devoran
lamiendo el otro lado del césped,
lanzando a nuestros pastos
las manadas de hidras y langostas
de sus lenguas calientes.

Como si el verde pasto celestial,
el mismo océano, salado como arenque,
hirvieran.
Que tanto y tanto amor
y tanto vuelo entre unos cuerpos
al abordaje apenas de su lecho se desplome.

Que una sola munición de estaño luminoso,
una bala pequeña,
un perdigón inocuo para un pato,
derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas
y desgarre el cielo con sus plumas.

Que el oro mismo estalle sin motivo.
Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa
se destroce.

Que tanto y tanto amor, una vez más, y tanto,
tanto imposible amor inexpresable,
nos vuelva tontos, monos sin sentido.

Que tanto amor queme sus naves
antes de llegar a tierra.

Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,
niños, animales domésticos, señores,
lo que duele.