La mujer ve la luna cruzar por el rectángulo
y abraza al perro antes de abrirse al sueño.
Luna sobre la piel
piel de sirena
Sueños desportillados
amaneceres blancos
Se estira, lee lo que escriben sus amigos
los ama tanto
los ama a todos
El penacho del volcán le avisa
que hay viento norte
A los cincuenta y tantos, dueña de una ventana
de diez metros
de largo
su vientre está dormido
Las sábanas son frescas
La ciudad gime
La mujer sueña
Archivo de la categoría: Ana María Rodas
Poeta – Ana María Rodas
El viejo rito me posee
Varias noches sin sueño
después baja el río de sangre
me ahogo en ella y renazco
nueva como moneda
redonda como un sueño
perfecta en mi dolor
recordando sólo lo suficiente del pasado
para construir la
telaraña
con la que cubro mi cama de soltera
En aquel tiempo la soledad era un cilicio – Ana María Rodas
En aquel tiempo la soledad era un cilicio
prendido constantemente a mi cuerpo.
Ahora es la estancia perfecta
mi refugio
cuando salgo/finalmente/de ti.
La superviviente – Ana María Rodas
Me habita un cementerio
me he ido haciendo vieja
aquí
al lado de mis muertos.
no necesito amigos
me da miedo querer porque he querido a muchos
y a todos los perdí en la guerra.
Me basta con mi pena.
Ella me ayuda a vivir estos amaneceres blancos
estas noches desiertas
esta cuenta incesante de las pérdidas.
Sueños de luna – Ana María Rodas
Te soñaba huyendo de mi lado
yo lloraba como tonta sobre los cristales rotos
y encendía las luces para que se advirtieran
las vírgenes
los adornos de plata
la curva que la pared dibuja al internarse
en el terreno
denso
inexplicable
que es el sueño
Ese de anoche
en el que tú brincabas desnudo
mostrando la piel más oscura de tu sexo
y los dientes filudos de animal en celo
La luna, siempre – Ana María Rodas
Redonda, hinchada de frotarse contra el cielo
rasga mi piel con su delgada luz
Cae sobre mi pelo
con la levedad de una sirena
que no se hubiera dado cuenta
que no posee piernas
Solivianta mi sangre
me enciende de locura
me regala una piel fosforescente
y me convierte
aceite hirviendo
en fauna
(cascos y cuernos y cabello desbocado
bajo el lúbrico soplo de lo oscuro)
¿Dónde te has escondido en este tiempo? – Ana María Rodas
¿Dónde te has escondido en este tiempo?
Bajo tus mismas faldas.
Enfundada en tu propia fortaleza negaste la evidencia.
¿Qué evidencia
puede haber si no vas a un entierro?
¿Quién ha muerto en esta eterna primavera?
¿Quién puede morir en este lugar de cielos y volcanes
qué se reflejan siempre en los maizales verdes?
¿Quién soy yo para sentir, ahora, después de la década perdida
este infame dolor que me destroza el pecho?
Soy la superviviente. La que cerró los ojos
y se llenó las orejas con cera.
La que pasó junto a las rocas sin escuchar las voces.
Ciega por propia voluntad para evitar la visión de los buitres
limpiándose los picos en los huesos.
El más hermoso mito inventado por el hombre – Ana María Rodas
El más hermoso mito inventado por el hombre
más hermoso que Dios
o el hermoso ideal del socialismo
y el dinero que acumulan los ricos.
Más hermoso que el odio, la invención más hermosa.
El amor.