La artista, con gran arraigo en el Quindío, consiguió ser la ganadora del concurso con el poema El amor como un río.
Cristina Maya Gallego fue la ganadora del premio nacional de poesía de la Casa Silva. Con su poema El amor como un río, logró sobresalir entre 2.515 participantes. Hija del poeta Rafael Maya y de la quindiana Nery Gallego Norris.
¿Cómo fue la convocatoria?
La convocatoria la hicieron hace uno o dos meses atrás, la promocionaron por diferentes medios de comunicación como periódicos, revistas, internet, radio y televisión. Yo no estaba segura de participar porque pensé que no tenía oportunidad de ganar el concurso. Cuando ya faltaban ocho días para cerrar las inscripciones decidí poner en lista mi poema.
¿Cuál fue la temática?
La temática fue el ‘Amor en la poesía’, y aunque se ve un tema aparentemente fácil, yo creo que es el muy difícil, porque el amor es un tema muy universal y todos los poetas lo han tratado. Entonces decidí abordarlo desde un punto de vista muy general, pero referido a la pareja, a lo pasional, al frustrado, al desolado, al que se olvida y al que aguarda.
Son diferentes posiciones y actitudes frente a este tema. Es así, como el poema fue fluyendo, con un ritmo escrito en forma libre y metafórico. Pienso que la estructura de la composición es como un río con versos largos, pero libres.
¿En resumen, de qué trata el poema?
El poema se llama El amor como un río. El mensaje es que hay diferentes tipos de amor, el amor como un río sin fronteras, haciendo referencia a los afluentes que no tienen límites. Y que a pesar de que haya guerra, violencia y desamor, siempre está presente. Termino el poema diciendo: ‘el amor como un río que no cesa’.
¿Quiénes fueron los jurados?
Los jurados fueron poetas muy reconocidos como Eduardo Gómez, Giovanni Quessep, Augusto Pinilla, Eduardo Escobar, Álvaro Miranda y Carmen Millán. En el concurso competí con 2.515 participantes con su respectivo poema. Yo no asistí el día de la premiación porque tenía que hacer una diligencia que no se podía postergar, además de que no pensé que fuera a ganar.
De esta manera, al otro día ingrese a internet y ahí vi que yo era la ganadora. Me llevé una sorpresa muy grande.
¿Usted ha publicado libros de poesía?
Sí, yo tengo una trayectoria muy grande en este campo, pues mi padre era poeta, entonces toda la vida escuché hablar de ese tipo de literatura en mi casa. También fundé en la universidad de los Andes los primeros talleres de literatura, donde los estudiantes presentaban sus escritos, y cuando los revisaba realizaba una retroalimentación todo el tiempo, era un apredizaje constante.
Mi último producto fue una antología de 5 libros de poemas míos que se llama Los vestigios del tiempo, con una temática variada, con poemas breves, donde hablo de los objetos de la casa como la lámpara, la biblioteca, las ventanas, las alfombras, las cortinas, entre otros. Allí expreso un sentimiento frente a esas cosas.
Además, tengo poemas sobre las ciudades, lo urbano y sus paisajes. Pero, especialmente sobre Bogotá, yo le dedico los poemas a la capital y ella es mi inspiración.
¿En qué momento sintió que iba a ser poeta?
Desde toda la vida, más o menos desde los 11 años. Lo recuerdo porque mi papá era de Popayán. En esa época la ciudad era fabulosa y muy romántica. Allí estaba la casa de mis abuelos, era muy colonial, y nos reuníamos a tocar guitarra a leer poesía y a cantar. En esa edad ensayé a escribir sobre el amor en hojas de cuaderno y escondía mis textos para que no los viera nadie. Así comencé poco a poco y después se los mostraba a mi papá para que me corrigiera. Es un proceso complicado, por más que uno tenga las capacidades es muy difícil.
¿Cuándo publicó el primer libro?
En 1991, pero pienso que lo hice de manera tardía porque ya tenía amigos que habían publicado en los años 70 y en los 80. Pero yo sentía mucho temor, y un amigo poeta me decía que mi libro estaba muy bien trabajado y que no hay afán de hacer publicaciones, que no es solo publicar, sino continuar con el proceso.
¿Qué decía Rafael Maya, su padre, de su obra?
Él siempre fue muy crítico y me corregía. Me decía que le gustaba más mi parte de ensayista. Pero en realidad cuando él murió yo aún no había hecho el grueso de mi obra poética. Tengo alrededor de 40 ensayos de diferentes temáticas sin publicar. Desde niña me interesé por lo cultural, porque recuerdo que mis tíos tenían bibliotecas sensacionales, donde la literatura de Marx y la antropología contribuyó para que me formará en diferentes disciplinas.
¿Cuál es su relación con Armenia?
La familia de mi mamá es del Quindío. Mi mamá era Nery Gallego Norris. En la actualidad estoy detrás de la pista de los Norris acá en la región. Mi abuela hizo el escudo original de Armenia, el tronco, el hacha y las ramas de café, pero después lo cambiaron y ya no figuró a nombre de ella. Entonces mi relación con la capital quindiana es ancestral.