Eres un buen momento para nacerme de este brazo.
Para nacerme de las rodillas.
Para nacerme:
nunca del vientre,
sí del tatuaje plateado.
Antes del óxido yo lo era todo.
Ahora soy futuro.
El hilo delicado que se anuda en el ancla.
Eres un buen momento para nacerme de este brazo.
Para nacerme de las rodillas.
Para nacerme:
nunca del vientre,
sí del tatuaje plateado.
Antes del óxido yo lo era todo.
Ahora soy futuro.
El hilo delicado que se anuda en el ancla.
Apareció una y luego otra y luego otra.
Era verano y estaban por todas partes reproduciéndose como una plaga antigua.
Yo escuchaba sus latidos a través de la madera;
te pregunté si las cucarachas tenían corazón y
tú me dijiste que no sabías de eso.
Conocemos poco las cosas sencillas, pensé.
Nada nos importa hasta que duele.
Dejaste de masticar la sangre: la vida se resumía en suero porque el suero es el nuevo oro.
Ya no buscamos diamantes, queremos longevidad.
Hay reinas que coleccionan comida bajo la cama y todas se creen princesas. ¿Recuerdas el
cuento? Hay musculatura. Tu medicina no olía bien.
Hay reinas que coleccionan comida, y en sus venas el suero. Y en sus estómagos los perros.
Ahora dicen que tienes náuseas pero yo sé que cada eructo es un canto.
Una bolsa azul con tu nombre y el del asesino.
Pero tú quieres alimentarte.
Tú quieres decirlo: sobrevivir cansa.
nunca le he pedido que me coma la polla
en todo caso
he empujado levemente con el borde de mis palmas
la barricada de su omóplato
levemente
sutilmente
nunca he sido demasiado sutil
para qué voy a serlo si me llamo hombre
si con el borde de las palmas de mis manos
ya ordeno levemente
opacamente
hazme caso balbuceo
sé líquida pienso
nunca le he pedido que me haga el amor
ni siquiera aquella tarde en cartagena de indias
después de que mis testículos se remojaran en la piscina
o de que mi hijo riera como nunca
entre salpicaduras de cloro
era la hora de la siesta y nuestras bocas olían a lulo
cómemela podría haber dicho
trágatela está dulce
pero al final todo cuanto mis manos sostuvieron
fue el cuerpo inquieto del niño
mientras ella le cambiaba el pañal
antes de darle un beso en la frente
y de que nos quedáramos los tres dormidos
semidesnudos en la enorme cama de ese hotel
en el que nunca follamos
pero donde amé
levemente
torpemente
justo como ama un hombre
Mi abuelo tiene una cicatriz en el estómago.
Mi abuela tiene una cicatriz en el pecho.
Mi madre tiene una cicatriz en la garganta.
Mi padre tiene una cicatriz en la rodilla.
Mi amante tiene una cicatriz en el costado.
Mi vida no tiene cicatrices. Solo manchas,
aceite, tiempo quemado:
un rasguño.