Archivo de la categoría: Alfonsina Storni

Retrato de García Lorca – Alfonsina Storni

Retrato de García Lorca
Buscando raíces de alas
la frente
se le desplaza
a derecha
e izquierda.
Y sobre el remolino
de la cara
se le fija,
telón del más allá,
comba y ancha.
Una alimaña
le grita en la nariz
que intenta aplastársele
enfurecida…
Irrumpe un griego
por sus ojos distantes.
Un griego
que sofocan de enredaderas
las colinas andaluzas
de sus pómulos
y el valle trémulo
de su boca.

Salta su garganta
hacia afuera
pidiendo
la navaja lunada
de aguas filosas.
Cortádsela.
De norte a sur.
De este a oeste.
Dejad volar la cabeza,
la cabeza sola,
herida de ondas marinas
negras…
Y de caracolas de sátiro
que le caen
como campánulas
en la cara
de máscara antigua.
Apagadle
la voz de madera,
cavernosa,
arrebujada
en las catacumbas nasales.
Libradlo de ella,
y de sus brazos dulces,
y de su cuerpo terroso.

Forzadle solo,
antes de lanzarlo
al espacio,
el arco de las cejas
hasta hacerlos puentes
del Atlántico,
del Pacífico…
Por donde los ojos,
navíos extraviados,
circulen
sin puertos
ni orillas…

La caricia perdida – Alfonsina Storni

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos… En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará… rodará…

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Canción de la mujer astuta – Alfonsina Storni

Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.

Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.

Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.

Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.

Amor – Alfonsina Storni

Baja del cielo la endiablada punta
con que carne mortal hieres y engañas.
Untada viene de divinas mañas
y cielo y tierra su veneno junta.

La sangre de hombre que en la herida apunta
florece en selvas: sus crecidas cañas
de sombras de oro, hienden las entrañas
del cielo prieto, y su ascender pregunta.

En su vano aguardar de la respuesta
las cañas doblan la empinada testa.
Flamea el cielo sus azules gasas.

Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes asas
de mundos muertos, por sus arrabales.

Oveja descarriada – Alfonsina Storni

Oveja descarriada, dijeron por ahí.
Oveja descarriada. Los hombros encogí.

En verdad descarriada. Que a los bosques salí;
estrellas de los cielos en los bosques pací.

En verdad descarriada. Que el oro que cogí
no me duró en las manos y a cualquiera lo di.

En verdad descarriada, que tuve para mí
el oro de los cielos por cosa baladí.

En verdad descarriada, que estoy de paso aquí.

A un desconocido – Alfonsina Storni

En esta tarde de oro, dulce, porque supongo
que la vida es eterna, mientras desde los pinos
las dulces flautas suenan de alados inquilinos,
siento, desconocido, que en tu ser me prolongo.

Los encantados ojos en tu recuerdo pongo:
¿Quién te acuñó los rasgos en moldes aquilinos
y un sol ardiente y muerto te puso en los divinos
cabellos, que se ciñen al recio casco oblongo?

¿Quién eres tú, el que tienes en los ojos lejanos
el brillo verdinegro de los muertos pantanos,
en la boca un gran arco de cansancio altanero,

y a mi pesar arrastras, colgante de tu espalda,
como un manto purpúreo o una roja guirnalda,
por la ciudad del Plata mi corazón de acero?

Siete vidas – Alfonsina Storni

A la Sra. María A. S. de Fontán

 

Siete vidas tengo, tengo siete vidas.
Siete vidas de oro; bellas y floridas.
Cabeza cortada, cabeza repuesta:
Mi espíritu-árbol retoña en la siesta.

Dragón purpurado de garras floridas,
siete vidas tengo, tengo siete vidas.
Gigantes y enanos: cortad mis cabezas,
crecerán porfiadas como las malezas.

Siete vidas tengo, tengo siete vidas,
siete vidas de oro bellas y floridas
que hierros fatigan y mellan espadas,
mas serán un día por siempre taladas.

Secará las siete cabezas floridas,
príncipe que espero. Sin abracadabras,
el dragón alado perderá las vidas
bajo el tenue filo de dulces palabras.

¡Adios! – Alfonsina Storni

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán…
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón… silencia!… ¡Cúbrete de llagas!…
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!…
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! …

Aspecto – Alfonsina Storni

Vivo dentro de cuatro paredes matemáticas
alineadas a metro. Me rodean apáticas
almillas que no saben ni un ápice siquiera
de esta fiebre azulada que nutre mi quimera.

Uso una piel postiza que me la rayo en gris.
Cuervo que bajo el ala guarda una flor de lis.
Me causa cierta risa mi pico fiero y torvo
que yo misma me creo pura farsa y estorbo.

Una vez más el mar – Alfonsina Storni

Piel azul que recubres las espaldas del mundo,
y atas pies con cabeza de la endiablada esfera;
huidiza y multiforme culebra mudadera,
puñal alguno puede clavársete profundo.

Esponja borradora tu fofa carne helada,
la proa que te corta no logra escribir paso,
ni a hierro marca el pozo, cuando horada tu vaso,
el redondel de fuego de la estrella incendiada.

A tu influjo terrible, mi más terrible vida
llovió sobre tus brazos su lluvia estremecida;
te lloró en pleno rostro sus lágrimas y quejas.

Si te quemó las olas no abrió huella el torrente:
fofa carne esmeralda, te alisaste la frente,
destrenzaste al olvido tus azules guedejas.