Cómo carne de cóndores hirvientes
o de tordos quemados como cresta
del rojo al negro se cambió la fiesta
y en silencio se fueron los clientes.
Se nos vació no más todo el prostíbulo
se vaciaron las camas y los bares
y todas las que estábamos de a pares
sollozamos de a una en el vestíbulo.
Por el pasillo viene la señora
siempre tan maternal siempre a la hora
con su taza de té y un trago fuerte.
Para qué te moriste desgraciado.
Mira mi pobre cuarto desolado
tipo traidor: cafiche de la muerte.
Archivo de la categoría: Óscar Hahn
Escrito con tiza – Óscar Hahn
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero mas Unos somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida
Detrás de todo gran amor la nada acecha.
Perdí muchos hombres – Óscar Hahn
Usted no pierde hombres general
las familias los pierden:
los padres las mujeres los hijos
Lo que usted pierde son piezas
en un tablero de ajedrez
Pero no se preocupe
pronto le llegarán más torres vivas
más peones de reemplazo
Preocúpese mejor de esa pieza
que está en campo contrario
y ya sabe su próxima jugada
Amor sin palabras – Óscar Hahn
Las manos hablan
hablan los párpados la piel habla
Mudos los amantes
el silencio también habla
y lo que dice sólo ellos lo saben
El amor hace hablar a las cosas
voz secreta que sólo ellos escuchan
Habla el tren que se aleja
el olor en los dedos
los discos en la almohada
Allá afuera
el estridente idioma del mundo
Aquí adentro los amantes
penetrándose compenetrándose
sin pronunciar ni una sílaba
Lugar común – Óscar Hahn
Vuelves a mí
porque el asesino
siempre vuelve
al lugar del crimen
Los sentidos de los muertos – Óscar Hahn
Los muertos están mudos
No quieren revelarnos lo que saben
Los muertos están sordos
No quieren escuchar nuestros clamores
Los muertos están ciegos
No tienen ojos pero pueden ver
eso que solamente ven los muertos
No tienen oídos pero atentos oyen
la música sin fin del universo
No tienen boca pero entre ellos hablan
del gran secreto que no pueden contarnos
Esos desconocidos de los sueños – Óscar Hahn
¿Quiénes son esos visitantes
que aparecen en mis sueños
y cuyos rostros no reconozco?
El hombre que arregla
el neumático de mi automóvil
el director que va a dirigir
mi concierto de viola
o la muchacha del ascensor
a la que beso apasionadamente
Cada noche se presentan desconocidos
que quieren decirme algo
con gestos que no consigo descifrar
O quizás no quieren decirme nada
y sólo son espíritus
de personas que algún día existieron
pero que nunca conocí
O acaso prefantasmas
que mañana encarnarán en un cuerpo
y que usan el escenario de mis sueños
para ensayar su papel en el mundo
¿Qué yo mío es ese que posee su propia memoria
y no es la del hombre que está en la cama?
O quizás los desconocidos quieren decirme
dónde están enterrados mis cuerpos
de otras reencarnaciones
con qué nombre y en qué país
No lo sé. Tan sólo sé que anoche
soñé con un enorme cementerio
en el que nunca estuve
y que puse flores en una tumba
Lolitas – Óscar Hahn
Somos los viejos locos
los viejos que nos acostamos
con muchachas 40 años menores que nosotros
los que tratamos de ignorar a la muerte
como si fuera una amante de otra época
a la cual ya no quisiéramos ver
y cruzamos muy rápido a la acera de enfrente
donde está la ninfa esperándonos
senos duros pezones rosados
y labios de la vulva frescos y rojos
no el sexo seco de la muerte
esa fruta que ya no da jugo
Y nos arreglamos el nudo de la corbata
mirándonos en la vitrina de una tienda
donde ahora vemos nuestra cara arrugada
el pelo escaso la barba canosa
entre computadoras y teléfonos celulares
y el reflejo de la muchacha que nos sonríe
con la guadaña en la mano
Gladiolos junto al mar – Óscar Hahn
Gladiolos rojos de sangrantes plumas
lenguas del campo llamas olorosas:
de las olas azules amorosas
cartas os llegan: pálidas espumas
Flotan sobre las alas de las brumas
epístolas de polen numerosas
donde a las aguas piden por esposas
gladiolos rojos de sangrantes plumas
Movidas son las olas por el viento
y el pie de los gladiolos van besando
al son de un suave y blando movimiento
y en cada dulce flor de sangre inerte
la muerte va con piel de sal entrando
y entrando van las flores en la muerte
En una estación del metro – Óscar Hahn
Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre