Archivo de la categoría: Carlos Germán Belli

Villanela – Carlos Germán Belli

Llevarte quiero dentro de mi piel,
Si bien en la lontananza aún te acecho,
Para rescatar la perdida miel.

Contemplándote como un perro fiel,
En el día te sigo trecho a trecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel.

No más el sabor de la cruda hiel,
Y en paz quedar conmigo y ya rehecho,
Rescatando así la perdida miel.

Ni viva aurora, ni oro, ni clavel,
Y en cambio por primera vez el hecho
De llevarte yo dentro de mi piel.

Verte de lejos no es asunto cruel,
Sino el raro camino que he hecho,
Para rescatar la perdida miel.

El ojo mío nunca te es infiel,
Aún estando ya distante de tu pecho,
Que haberte quiero dentro de mi piel,
Y así rescatar la perdida miel.

Sextina de los desiguales – Carlos Germán Belli

Un asno soy ahora, y miro a yegua,
bocado del caballo y no del asno,
y después rozo un pétalo de rosa,
con estas ramas cuando mudo en olmo,
en tanto que mi lumbre de gran día,
el pubis ilumina de la noche.

Desde siempre amé a la secreta noche,
exactamente igual como a la yegua,
una esquiva por ser yo siempre día,
y la otra por mirarme no más asno,
que ni cuando me cambio en ufano olmo,
conquistar puedo a la exquisita rosa.

Cuánto he soñado por ceñir a rosa,
o adentrarme en el alma de la noche,
mas solitario como día u olmo
he quedado y aun ante rauda yegua,
inalcanzable en mis momentos de asno,
tan desvalido como el propio día.

Si noche huye mi ardiente luz de día,
y por pobre olmo olvídame la rosa,
¿Cómo me las veré luciendo en asno?
Que sea como fuere, ajena noche,
no huyáis del día; ni del asno, ¡oh yegua!;
ni vos, flor, del eterno inmóvil olmo.

Mas sé bien que la rosa nunca a olmo
pertenecerá ni la noche al día,
ni un híbrido de mí querrá la yegua;
y sólo alcanzo espinas de la rosa,
en tanto que la impenetrable noche,
me esquiva por ser día y olmo y asno.

Aunque mil atributos tengo de asno,
en mi destino pienso siendo olmo,
ante la orilla misma de la noche;
pues si fugaz mi paso cuando día,
o inmóvil punto al lado de la rosa,
que vivo y muero por la fina yegua.

¡Ay! ni olmo a la medida de la rosa,
y aun menos asno de la esquiva yegua,
mas yo día ando siempre tras la noche.

Nuestro amor – Carlos Germán Belli

Nuestro amor no está en nuestros respectivos
y castos genitales, nuestro amor
tampoco en nuestra boca, ni en las manos:
todo nuestro amor guárdase con pálpito
bajo la sangre pura de los ojos.
Mi amor, tu amor esperan que la muerte
se robe los huesos, el diente y la uña,
esperan que en el valle solamente
tus ojos y mis ojos queden juntos,
mirándose ya fuera de sus órbitas,
más bien como dos astros, como uno.