¡Ay! No gimas, señora
por un ignorado bien
y mientras el mundo llora
busca en tu alma soñadora
lo que tus ojos no ven.
¡Ay! No gimas, señora
por un ignorado bien
y mientras el mundo llora
busca en tu alma soñadora
lo que tus ojos no ven.
Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.
Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.
Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!…
Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.
Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:
Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!
No faltará quien se alegre…
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere…
Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
-igual que siempre lo he estado…
Alza tus brazos,
ellos encierran a la noche,
desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.
Que la noche nos cubra con una campana,
que suene suavemente a cada golpe del amor.
Entiérrame la sombra, lávame con ceniza,
cávame del dolor, límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.
Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tu comienzas el mundo para que esto suceda.
A veces el silencio
convoca algarabías
parodias de coraje
espejismos de duende
tangos a contrapelo
desconsoladas rabias
pregones de la muerte
sed y hambre de vos
pero otras veces es
solamente silencio
soledad como un roble
desierto sin oasis
nave desarbolada
tristeza que gotea
alrededor de escombros
fuego mudo
Asomaba a sus ojos una lágrima
y… mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y enjugó un llanto,
y la frase en mi labio expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿Por qué calle aquel día?.
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?.
Es cuestión de palabras, y, no obstante,
ni tu ni yo jamás,
después de lo pasado convendremos
en quién la culpa está
¡Lástima que el amor un diccionario
no tenga donde hallar
cuando el orgullo es simplemente orgullo
y cuando es dignidad!
Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva.
Me pareció como si se abrieran voces,
como si labios buscasen aguas,
como si se alzaran manos a los cielos.
¡Qué cielos! Más blancos que los muertos
que siempre me despiertan despacio;
llevan los pies descalzos, no llegan muy lejos.
¿Bebían las gacelas en las fuentes,
el viento revolvía los enebros,
y alzaban las ramas las estrellas?
Tu voz
Vibración de espacio sellado
no me ata a la luz de la noche
Nada dice del viaje
por los siete cielos
ni sobre los círculos del mar
Distante como erupción de diáspora
batalla para unir las puntas de la hora
Los pies no se han desprendido
pero los ojos hace mucho pisaron
las arenas de Odiseo
y en el vuelo las sirenas fueron cómplices
Edipo oráculo
y Delphos sólo rastro de «lirio»
Tensas la cuerda
para elevarte en canto
y en un fragmento de aire
te echas a cuesta los montes
Desgastadas tus sandalias
me preguntas si el amor
fue algún día nuestro
Entonces recuerdo los ojos de Helena
y el oro de una manzana
convertido en moneda de cobre
con la cual compraste la muralla de Troya.
Nada hay en mí, sino esos horizontes
que alguien dormido contempla desde un mar:
desde otro mar, que acaso ya no existe.
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.