Archivo de la categoría: Juan Ramón Jiménez

Paisaje dulce – Juan Ramón Jiménez

ANTE el pensar confuso de esta muda tristeza,
¡qué blando eras, paisaje! Tus plácidos colores
le untaban a mis ojos bálsamos de belleza,
que chorreaban miel en mis hondos dolores.
—Su esmeralda, en el cielo copiaba el mar vecino,
piedra pura del anillo del horizonte;
a la brisa, arrullaba, grato, el redondo pino
una paz fuerte y rosa que ascendía del monte.—
Una mano celeste modelaba la vida
con arena de amor, de bien y de ventura;
y cual lobo hecho oveja, temblorosa y perdida,
volvía por el campo, balando, mi amargura.

La más mía – Juan Ramón Jiménez

Yo no sé decirme
por qué me retienes.
yo no sé qué tienes.

Tienes dulces años,
mas no son tus años;
tienes gran blancura,
mas no es tu blancura;
tienes alta frente,
pero no es tu frente;
tienes verde pelo,
pero no es tu pelo;
tienes áureos ojos,
tienes vivos labios,
mas no son tus ojos,
mas no son tus labios;
tienes armonía,
no es tu melodía;
tienes condición,
no es tu corazón…

Yo no sé decirte
por qué me retienes.
Yo no sé qué tienes…

El poeta a caballo – Juan Ramón Jiménez

¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta…
¡Qué tranquilidad violeta!

La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua,
la refresca el señorío…
La brisa leve del río…
A caballo va el poeta…
¡Qué tranquilidad violeta!

Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
en la madreselva verde…
Y el corazón se le pierde…
A caballo va el poeta. ..
¡Qué tranquilidad violeta!

Se está la orilla dorando…
El último pensamiento
del sol, la deja soñando…
Se está la orilla dorando. ..

¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta…
¡Qué tranquilidad violeta!

Desnuda – Juan Ramón Jiménez

Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.

llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracunda de yel y sin sentido!

…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

Nostalgia – Juan Ramón Jiménez

Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!

¡Granados en cielo azul! – Juan Ramón Jiménez

¡Granados en cielo azul!
¡Calle de los marineros;
qué verdes están tus árboles,
qué alegre tienes el cielo!

¡Viento ilusorio de mar!
¡Calle de los marineros
—ojo gris, mechón de oro,
rostro florido y moreno!— .

La mujer canta a la puerta:
«¡Vida de los marineros;
el hombre siempre en el mar,
y el corazón en el viento!».

—¡Virjen del Carmen, que estén
siempre en tus manos los remos;
que, bajo tus ojos, sean
dulce el mar y azul el cielo!—

… Por la tarde, brilla el aire;
el ocaso está de ensueños;
es un oro de nostaljia,
de llanto y de pensamiento.

—¡Como si el viento trajera
el sinfín y, en su revuelto
afán, la pena mirara
y oyera a los que están lejos!

¡Viento ilusorio de mar!
¡Calle de los marineros
—la blusa azul, y la cinta
milagrera sobre el pecho!—.

¡Granados en cielo azul!
¡Calle de los marineros!
¡El hombre siempre en el mar,
y el corazón en el viento!