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Y Dios me hizo mujer – Gioconda Belli

Y Dios me hizo mujer
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavo por dentro
me hizo un taller de seres humanos.
Tejio delicadamente mis nervios
y balanceo con cuidado
el numero de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyecto con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron asi las ideas
los sueÒos,
el instinto
todo lo que creo suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosa que me hacen
mujer todos los dias
por lo que me levanto orgullosa
todas las maÒanas
y bendigo mi sexo.

Ahuyentemos el tiempo – Gioconda Belli

Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.

Inventaremos nuestro propio idioma – Gioconda Belli

Inventaremos nuestro propio idioma,
mi amor,
y se nos crecerán los ojos.
Veremos cosas que nunca nadie ha visto:
caminos entre las nubes,
canciones en los trigales.
Les veremos los fustantes al viento,
las bocas con que besa el agua,
andaremos sueltos,
descalzos,
desnudos,
como invisibles duendes.
Llenaremos de palabras y risa
las paredes del mundo
mientras vamos vertiendo el amor de nuestros cuerpos
gorgojeando,
aguahablando,
cho
       rre
             án
                     do
                            nos
                                        como las fuentes.

Como tinaja – Gioconda Belli

En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
en mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.

DESAPEGO DE LA HIJA – Gioconda Belli

Desde que creció me esquiva.
Alondra volando sola
alas con filo tomando altura
para desde lo alto
sacudirse mi amor como un estorbo.
La pájara pinta
mi muchacha con el garbo de una garza
a la orilla del mar
tiene la mirada lejana
de quien se sabe llegada de un lugar distante
extranjera en una tierra donde otros se reconocen.
¿Cómo sorber el aire que la aleja
soltar las plumas de los cisnes
para labrarle un nido mullido y seguro
donde atracar?
¿Cómo traducirle a su idioma de pájara
el amor del cuerpo que sin hacerla la hizo
que sin nacerla la nació
que la amará a través del espacio
a través del largo viento y la nube
que ella cabalga
evitando acercarse?
¿Cómo puedo yo
sin usar estrategias de guerra
cortarle la retirada?

CONSEJOS PARA LA MUJER FUERTE – Gioconda Belli

Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como
precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus
llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.

Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.

No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.

Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar a contracorriente.

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto.
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodéalo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.

Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el
centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor
de tus sueños.

Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.

Has de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero.
Guarda las distancias.
Constrúyete. Cuídate.
Atesora tu poder.

Defiéndelo.
Hazlo por ti.
Te lo pido en nombre de todas nosotras.

LA AGONÍA DE LA MARIPOSA – Gioconda Belli

Más allá de la medianoche
en solitaria vigilia mientras la casa y sus ocupantes duermen
de puntillas me acerco a buscar la fruta,
el pedazo de pan para el hambre del insomnio.
Desplomada en el piso
agitándose moribunda
agoniza una mariposa.
El batir de sus alas se escucha en el silencio
como una llamada de auxilio.
Nunca he atendido o curado a una mariposa.
¿Qué haré? ¿Cómo impediré que perezca?
Nada puedo. Tan solo acompañar su agonía
sentarme en el suelo a su lado.
La oscura mariposa nocturna
tiene ojos de gato en las alas
dibujos y jeroglíficos de los seres míticos que la dibujaron
y la hicieron bella para la corta temporada de su vida.
Se queda quieta al fin.

Yo regreso a mi cama.
Torpe criatura que no pudo ayudarla.

Cómo pesa el amor – Gioconda Belli

Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
como pesa el amor
endurecido.

Conjuros de la memoria – Gioconda Belli

No sé si un sol desmedido y burlón
me atravesará de punta a punta
cuando salten de mi pecho todos los gritos guardados
cuando se rompan las oscuridades
de mi perfecta catedral secreta
con el sostenido sonido del órgano medieval
ululando su voz de parto,
su alarido de queja y de tristeza.

Estoy como nací-desnuda-
mojada de lágrimas con el pelo chorreándome nostalgia
y un cansancio vetusto acomodado en mis huesos
y mientras me dejo ir en el humo,
viene su mano y me sostiene
y me levanta y me hace tronar de júbilo,
me zarandea las ganas de vivir,
me dice verde con ojos de monte
azul con el pelo espumoso de mar
estrella con las uñas brillantes
viento y sopla mi angustia y la desperdiga
y me hace nadar en el aire, retozar en los arroyos,
romper los relojes del tiempo,
borrar la huella de mis pequeños pecados
vueltos trascendentes por los oscuros designios
de su otro yo iracundo hermano de este duende iluminado
que me persigue en el sueño
en el que corro huyendo, siguiéndole yo a mi vez
juego de gato y ratón hasta que viene la lluvia
y la risa y volvemos a ser amantes helechos hojas atrapadas
en las correntadas de mayo y todo vuelve a empezar
cuando cruzamos lavados y nuevos
el umbral del paraíso.