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El deseo – Rafael Courtoisie

Animalito de mí, criatura parda, gorrión, el deseo de mí en vos es lo
último que quisiera nombrar; pues si lo nombro, desaparece. Y
lo nombro de todas formas, y crece en mí como quisiera que creciera
en vos, y en cada palmo de soledad el deseo descubre como un
explorador del siglo XVII indígenas, nativos de mi ocasión, salvajes
de mi cuerpo, seres desnudos, guerreros emplumados dispuestos
a matar o a vivir por el silencio blanco de los objetos del universo.

El deseo es barro de la creación, agua que transforma el viento de
la felicidad.

Felicidad que no sabe qué hacer, a dónde ir, dónde quedarse.
Felicidad que es comienzo y fin de ese deseo, felicidad que es tierra
donde nacen los sueños parecidos al amor y acaba el tiempo,
felicidad como una palabra de vidrio que golpea el sol de la muerte
y lo hace trizas.

Nube dormida de todo lo que existe.

Vigilia de vos.

UN VASO DE AGUA – Rafael Courtoisie

Beber un vaso de agua es un acto perfecto,
lleno de violencia.
Beber un vaso de agua es matar la transparencia
beber silencio absoluto. Beber silencio.
Beber es como vivir
beber agua es morirse.
Un vaso de agua es un trozo absurdo del tiempo
sin sonido, sin voz, un pedazo laxo
abandonado, demente
de la inocencia.
Un vaso de agua es una piedra de la tristeza
la tristeza misma en pedazos, un canto de la tristeza
el canto del agua, la luz del agua, su cuerpo
una lágrima viva.

El agua separa los continentes
los ríos mojan la mente.
Pensar un río es regar el cerebro
la vida que sufre
el alma seca.
Esa agua, la vida que está en el vaso
se apaga, como una luz, en la lengua.

La belleza humedece las palabras
que nombran el agua.
Y la sed apaga de un trago la belleza.

LAS NARANJAS – Rafael Courtoisie

Putas redondas, pelotas
llenas de hambre sexual, de una luz sometida
sin tiempo, de una vida agridulce
de la pasión idiota
de unos pocos momentos, del amor de un minuto
de la sombra, del sexo de los gajos
de la cáscara.
No se parecen al sol, no son como la luna
se parecen al atardecer, se parecen al viento
cuando sopla sobre las rocas, cuando habla el silencio.
Tienen una virtud: son locas.
La frescura y el dolor se parecen.
Las naranjas dementes no tienen pelo, no tienen voz
no tienen sentimientos.
Las naranjas son frescas, locas y frescas
como el jugo del pensamiento.

MUJERES – Rafael Courtoisie

Algunas mujeres se consuelan con dedos que arrancan de las estatuas.

Un lago tibio les crece entre las piernas y en el fondo del lago colean pececillos y se escurre en lo profundo su rojez partida en dos. El pulpo, como una estrella blanda sumergida, recibe al anular y provoca una estampida de puntas de peces y arenas del temblor que desmoronan.

Las mujeres acaban exhaustas y en los lúbricos dedos de mármol, brillantes de humedad del lago, se entibian y boquean, hasta morir, algunos pececillos adheridos.