Mi clítoris destella
con las barbas de la noche
como un pétalo de lava,
como un ojo tremendo
al que ataca la dicha,
al que el placer ataca
y contraataca
con zumos delicados
enfebrecidas salamandras.
El útero olvida
su suave domicilio. Desata
las cuerdas del espacio.
Varón, que te recorre
mi pubis, fuego y raso.