Anuncio mi regreso al límite marcado.
Al reloj con sus rígidas señales,
a las siglas convenidas y ese rictus
que amedrenta
los símbolos vitales.
Sí, ya estoy aquí, vedme desnuda
de toda rebelión, de todo intento,
del fuego primordial de la esperanza,
fracción de vida
con su perfil anónimo.
Ya enjaulé mis ensueños migratorios,
exilié mis verdades insurgentes,
ahuyenté mis fantasmas libertarios
y renegué de
mis locuras esenciales.
Ya soy de nuevo la cifra en el rebaño,
la postulante de toda cobardía,
os invito, sin rencor, al gran evento,
de mis remordimientos
y nostalgias.
Archivo de la categoría: Flor Alba Uribe
Delictia Carnis – Flor Alba Uribe
Voy por tu cuerpo
con la avidez
gozosa
de un lobo que demarca
su nuevo territorio,
preciso tu latido,
tu miel,
tu levadura,
el tacto que me brinda
paraísos contrarios.
-Tu piel,
con su fragancia
de tierra lloviznada,
transpira como un niño
que juega entre la niebla-.
Con manos
como olas,
con labios
como insectos,
con el abrasado viento
de mínimas palabras
me aferro
a tus costados,
deambulo
por tu cuerpo,
convoco en tus fronteras
el solapado fuego.
Y, así,
de toque a beso,
de humedad a silencio
te creces en ternura,
te viertes
en codicia,
aprendo de tus manos
mi resplandor más hondo,
y bebo
en tu saliva
mis sales y mi aroma.
Canción tardía – Flor Alba Uribe
"Te amaré siempre, siempre"
Inapelable noria de las palabras que da vueltas,
al otro lado de la ausencia,
junto al vaciad0 pozo de los sueños.
"Tú y yo por la vida y por la muerte"
Quién retuerce el cáñamo para tejer la hora
de un pasado ilusorio.
Rumor que se aproxima, eco en suave curva
donde la realidad es fuga.
Quién envía señales de humo, palomas mensajeras,
ramas sobre el agua, almizcle en pos del viento
presagiando caminos de regreso
y así aniquila
el tráfago irrevocable del olvido.
Canción tardía. Voz de pájaro emigrante
que ha extraviado el rumbo, su estela monitora
y se abandona al sino de caprichosos vientos
mientras deplora la prematura llegada del invierno.
Suicidio de amor – Flor Alba Uribe
Se suicidó el amor esta mañana
porque a la libertad la encarcelaron.
Pierde el amor su escudo y su gardenia
cuando la libertad no es su legado.
Desanduvo esquelas y fragancias,
la breve sinrazón de los suspiros,
crepúsculos y citas clandestinas,
la oferta propicia de los lechos
donde el placer derrumba su cascada.
Al sur como visillos la nostalgia,
al norte hubo un degüello de palomas,
por oriente nevó el sol sobre los montes,
al occidente hizo guiños la tristeza.
La música su ritmo ha silenciado
y en la boca de todos los amantes
el beso deambuló desorientado.
¿Y qué haréis, ahora, enamorados,
si murió el arquitecto de los sueños,
para qué vuestras torres y castillos
en azules comarcas levantados?
¿Qué destino daréis a la sonrisa,
que fue para el amor puente y divisa
y en tiernas lides su mejor soldado?
Y la víscera roja del costado,
que llaman corazón, forja de ensueños,
¿detendrá su palpitar desamparado?
Ojos para el deseo iluminados,
desnudos cuerpos, sazonada fruta,
roja vendimia y deleitosa culpa,
perderán su irrevocable postulado?
Se suicidó el amor, jazmín y hoguera.
Momentos – Flor Alba Uribe
I
Cuando llega el amor nada es distinto.
La lluvia cae y su agrietada lámina
nos señala el relámpago inconstante.
El ebrio,
de tan siempre,
va más ebrio,
por la calle que conoce sus monólogos.
Pero ellos, la pareja, inician su deriva
buscando el arcoiris y la flor de las colmenas.
Anulan el pasado. Se declaran
recién nacidos en paños de ternura,
saben
que el minuto
es semilla de lo eterno
y parcelan el amor en íntimos instantes.
II
Cuando llega el rencor nada es distinto.
Los días transcurren hacia el año,
la tierra gira en exacta servidumbre,
y el perro
vagabundo
fiel aguarda
la hora del mendrugo o la pedrada.
Pero ellos, la pareja, ahora desasidos,
sin escala de luz y sin colmena,
e miran como si jamás, como si nunca
hubieran dicho:
¡Ven, nosotros,
te amo tanto!
Ella hurga con su mano y saca
de su entraña una muerte pequeñita.
Él se palpa el costado y allí encuentra
su dolor en trance de alimaña.
Los dos toman el vacío por las dos puntas,
se cubren
las espaldas,
se vigilan,
y agobiados por pautas evasivas
cumplen la cita que les da el hastío.
Hastío – Flor Alba Uribe
Llega el hastío,
presencia inapelable,
paciente jornalero del olvido,
y murmura al oído del amante:
es hora de partir
tu copa está vacía
Y el mirlo del deseo ya no canta.
Alza tu cuerpo,
¡libéralo!
Edifica
un nuevo sueño
en el vino de otra copa.
¡Ávida piel, desata tus amarras!
Y, obedientes,
atónitos, mutables,
el labio trémulo y la pisada en vilo,
los amantes olvidan sus promesas,
dejan el lecho
y se yerguen anhelantes,
como jóvenes caballos desbocados,
a la búsqueda de innúmero espejismo.
Evocación – Flor Alba Uribe
En dónde estarás ahora, dulce amigo,
qué luz desatará de ti mi sombra,
qué boca lapidará lo que antes fuimos,
qué piel me exilará
de tu memoria.
En dónde estarás ahora, mientras bebe
su postrer arrebol un viejo cuervo
y cae la plomada del silencio
señalando al rencor
su dura lágrima.
En dónde ya sin mí, sin nuestro tiempo,
nuestro pacto de amor tras la batalla,
en dónde y hacia dónde tu deseo
y su terco llamear
en cada encuentro.
En dónde la respuesta mientras sumo
otra piel, otro vino y la certeza
de no poder ser ya por haber sido.
¡Terca es la pena
y es vano el simulacro!
Erótica – Flor Alba Uribe
Pon en guardia tu cuerpo y el ritmo de tus sueños.
Desde la médula del tiempo busco tu paraíso,
la mezcla de tu sangre,
el crisol de tu sexo
donde el futuro ensaya su cósmica simiente.
Estoy desnuda como el eco de la primer mañana,
con mi sed disparada como una bala al cosmos,
acechando tus manos, el cielo de tu boca,
la genital presencia entre tus muslos firmes.
Ah, pero mi amor no altera tus sólidos baluartes,
te sellas castamente para esquivar mi asedio,
estás sordo a mi grito,
al fragor de mi sangre,
a la insomne ternura que para ti alimento.
Déjame ser el vértigo que apura tu caída,
el vino que amedrenta tus íntimos pudores,
la hoguera donde crujan
tus huesos uno a uno,
el amor que aniquile tu párvula indolencia.
Dame tu luz, tu risa, la fuerza que te escuda,
el clima de arrogancia que yergue tu estatura,
tus ojos invasores
y esa vital delicia
que se aferra a tu cuerpo y dora tu epidermis.
Entrégame tu enigma, la descifrada clave
que me guíe al prohibido torreón donde sueñas.
Te escalaré en silencio,
exhausta de anhelarte
y seremos dos leños nutriendo el mismo fuego.
Deseo – Flor Alba Uribe
La noche
traficante de eróticas consignas.
Los amantes transcurren hacia el éxtasis.
Un almizcle ritual de miel salobre
impregna el aire y su fervor me ubica
en el puntual laberinto del deseo.
Servidumbre
de labios suplicantes,
obstinada ambición que discrimina
todo gesto vital que no aproxime
la hoguera de otra piel, y el denso musgo.
Qué mercenario puñal,
qué ultrasonido,
qué atroz felicidad, qué fiera subterránea
podrá desvertebrar esta codicia,
este monstruo de sedas y pezuñas,
lengua en acecho, famélica pantera
que desoye la hora del que sufre,
el paso de la furia y sus escombros,
la complicidad
del aire en los violines,
y absorta en mi delirio sólo imploro
un cuerpo de varón, elemental, desnudo
que exorcice mis lúbricos fantasmas
mientras preso en mi vientre muere y vive.
Amantes – Flor Alba Uribe
Ascendente marea creciendo en lenta fiebre
los amantes se buscan y enlazan dulcemente,
como árboles que avanzan,
cumpliendo su destino de incendiada epidermis.
De pie son dos espadas que luchan tercamente
por distraer la muerte,
tendidos son dos ríos fluyendo hacia el instante
que anula la sellada consigna del olvido.
Y si el mundo, impaciente,
se sale de sus goznes, estalla o se disuelve,
los amantes lo ignoran, apenas necesitan
el canto de su sangre,
su vida recobrada en húmedas batallas
y las pequeñas muertes en cada despedida.