El beso – Efraín Huerta

Bajo la luz del tilo el suave beso
fue como una moneda caída de los cielos.
Los ojos de Lili, los dos espejos,
retrataron la sombra emocionada,
la roja, espesa y santa alma de aquella noche.

Oro muerto en el aire,
oro vivo en el tilo.
San Wenceslao que aprueba
y echa al galope el bronce de la estatua.
Santa Ludmila, santa de seda y sueño,
sonríe como una flor
y parece mirarnos con la gracia
con que Dios hizo al ángel.
Allí, bajo esa luz, en esa noche,
mi amor dulcificó la armonía
de todas las auroras.
¡Ahora, lejos de Praga,
mi corazón que vuela y que se muere!

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