Mesa del silencio – Clara Janés

                              Tirgu Jiu



Nos sentamos a la mesa del silencio,		
al aire de los chopos y los arces		
del parque interminable de hojas muertas.		
Implacable y amoroso		
callaba el caudal inmóvil de blancos cantos.		

La piedra ingrávida,		
paréntesis al tiempo		
y altar		
de la profunda soledad del alma humana.		

El blanco lecho vacío de las venas		
era blanco como aquel blanco cauce		
donde el río no corre.		

Nos sentamos		
y allí nos quedamos para siempre,		
en la mesa del silencio.		

Allí,		
donde tiempo más tiempo más tiempo		
no es nunca igual a tiempo.		

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