A Manu Llorente
Tú sabes que en el bosque
siempre hay algo que te mira.
Una forma que no ves,
un rumor imprescindible, silábico, triunfal.
Un rumor o una amenaza
que suele estar muy cerca.
En el bosque la verdad
dispone antes su engaño que su danza.
Nunca es sólo noche.
Y nunca es sólo día.
Y cómo milagrea su pasmo junto al mío.
Y qué veloz el fuego en la jaula de su nada.
También un hombre es esto:
la suma de otros cuerpos sucesivos.
El hombre es lo de menos en el bosque.
El hombre es muchas cosas que nunca hemos sabido.
Absurda majestad, decías a veces.
Fulgor y trampa, digo ahora.
Y cómo puede ser si yo cuando respiro
asumo la certeza de la especie o avivo mi fingir de tribu insomne.
Y cómo puede ser que el hombre aún suene a bosque.
Que suene a lenta historia de fantasmas, desde entonces.