El monstruo se desata.
Corre calle abajo
(embriagado)
y avasalla.
En loca carrera trastorna,
fascina con el portento de su rabia.
Lo espera una flor incandescente.
Qué prodigio de ojos excesivos.
El monstruo se desata.
Corre calle abajo
(embriagado)
y avasalla.
En loca carrera trastorna,
fascina con el portento de su rabia.
Lo espera una flor incandescente.
Qué prodigio de ojos excesivos.