Regreso – Joaquín Márquez

Abre los ojos.		
Ya está de nuevo en casa		
Una hilera de besos		
hace guardia a la sombra del manzano		
y una sonrisa grande		
le ladra conociéndolo.		
                    En la tierra
del jardín, donde antes florecían		
los ojos de los niños,		
aún le espera la última comunión del pequeño.		
Y el jarrón más azul que la desgracia		
está entero en el centro de la mesa,		
ofreciendo su vientre de payaso		
al aire.		
        Todo sigue en su sitio.
Pero el viajero no comprende.		
Trata de entrar. Abre la puerta.		
Y está saliendo siempre de su casa.

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