Carencias – Pilar Adón

Aquella lamparilla encendida me indica que las excursiones son posibles,
que el día sigue existiendo. Que nada ha destruido mi hogar
y que volver a casa sigue siendo una opción.

Creer. Creer en los brazos abiertos y en una palabra.
La noche tranquila que sucederá a un día de no tristeza.
Creer en el ángel perpetuo que cuida de mí.
Olvidar, de una vez, el irredento desasosiego que me acoge
y se burla de toda mi voluntad.

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