Ardoroso el verano, las encinas,
los dorados centenos.
La campana mayor está sonando
a media tarde. Chillan en el cielo
medievales cornejas
y acuden uno a uno los canónigos,
vestidos de paisano. Huele a cera
en las naves del templo y hace frío
entre las viejas piedras.
Melancólico estás sobre la tumba,
doncel, como doncella.
No muerta, no dormida,
sino contigo misma, ausente, amada
en el secreto amor, correspondida.
Leer, soñar, dejar que el tiempo pase
y el pensamiento corra igual que el agua.
Esa es la eternidad. Vivir no estando vivo.
Morir no estando muerto y escuchar
a lo lejos, como temblor del tiempo,
sonajas de los álamos sombríos
y un arroyo entre juncos.