La poesía es injustificable.
La tensión de las sílabas no es ni con mucho tan alta
como la de las zumbantes torres eléctricas hincadas en el lomo de la tierra.
La energía represada en los versos resulta ridícula
en comparación con la embalsada por la presa.
La canción y el cirujano prestan ayuda a la vida
—¿quién preferiría la de la canción?
La poesía tiene manos de nieve,
tiene manos de cebolla, tiene manos de arena.
Su respuesta al último para qué
es un silencio
ensimismado de angustia y de esperanza.
La respuesta del ser humano
al último para qué
es también un silencio
ensimismado de angustia y de esperanza.
El ser humano es injustificable.