Archivo de la categoría: Antonio Rivero Taravillo

Hemeroteca – Antonio Rivero Taravillo

                I

Aparta ese atril, muchacha.
¿No eres muy joven para el pasado?
Tus ojos, que no son para el ayer
están hechos para que se vean
antes de que tu tiempo se encuaderne,
antes que se desencuaderne tu belleza.

                II

Abuelo a quien nunca conocí,

en esta hemeroteca mexicana
hoy han voceado tu apellido
con acento chilango: nuevamente
ochenta años después de que dejaras
este país caótico y hermoso,
el aire imita al que llevara el tuyo
en la clínica aquella en que nació tu hija.

Pronunciando hoy nuestro apellido
—igualmente llamó la comadrona—,
me traen un atlas del tiempo.
Corriente submarina o viento fuerte,
las sílabas son ondas:
marea entre dos costas y dos siglos
unidos aquí ahora, en este instante.

Como un sismo concierta con su réplica,
me sigo abriendo paso en el pasado.

                III

No fue falsa amenaza:
las largas columnas de blindados
dieron en guerra,
el presidente electo
fue luego asesinado,
pero siguen festejos,
celebraciones,
y aún los soldados no han muerto.

Esa obra será siempre un éxito,
la niña que en la foto sonríe
no va a ser violada, porque ahí
no conoce el horror. Esa pareja
será siempre feliz pese al divorcio
mil números después.

Como en el horóscopo,
escrita está la suerte: solamente
que en un tomo distinto de otro año.

Aquí se completa el crucigrama
de vuestras horizontales con mis vértigos,
y no pocas casillas hoy comparten
la ausencia de sentido, el negro, el hueco,
como el hoyo o la noche
cerrada en que salían los periódicos.

                IV

Extraño este destino que me toca
de daros nueva vida unos segundos
mientras paso las páginas
en busca a la que sois ajenos.
                              Hoy
un instante se cruzan nuestros tiempos.

Os visito y vosotros visitáis
este año que es vuestro futuro.
Poneos cómodos, sentaos:
compartamos noticias, pero ved
que el mundo no es mejor en vuestra ausencia,
que el mundo no es peor en tanto hojeo
el tomo en que alentáis y pido otro.

Ahora relleno otra ficha,
y esa manifestación ya disuelta,
un fuego, un tiroteo, un terremoto,
la canción ganadora, un nuevo récord
regresan y se van como vinieron.

Y todo este volumen polvoriento
se vuelve, dilatada, vuestra esquela.

Reseña del poeta

Vivir – Antonio Rivero Taravillo

Si no es bisiesto,
un año se descompone
en trescientas sesenta y cinco zancadillas.
Por el contrario, una vida
se va –se fue– en un suspiro.
Lo que tarda en picar una cobra.
Lo que se toma una bala
en atravesar un naipe que es
en realidad una carta del Tarot.
La vida es haber eludido
tantos traspiés,
resbalar sobre el cartón satinado
y dejar de ser bípedo, un charco
de sangre que se va,
no de semen que viene.
Vivir es ensayar esa caída.

Reseña del poeta

El tren expreso – Antonio Rivero Taravillo

Le conviene el pasado a estos versos añejos
y el correr sosegado del lento alejandrino:
llegaba a la estación el viejo tren expreso
y le faltaba tiempo para bajar al niño.

Eran largos viajes para tan cortas piernas
que el andén exploraban como si fuera Alaska,
bufanda gris al cuello y tras la chimenea
de una locomotora que él de vapor soñaba.

En la barra del bar los platillos volantes
con sus tazas tan blancas y sus sacas de azúcar.
Las bolas de alcanfor que aplastadas combaten
contra la fiel polilla —el olvido y la ruina—.

En la leche manchada, el sepia de unas fotos
que ensanchaban la España de aquel compartimento:
provincias un instante bañadas en el lodo
o la triste argamasa de tristes monumentos.

Luego nieve en la piel de algún oso polar
de la Casa de Fieras, aún no derretida.
Ese antiguo Madrid que nunca pasará
pues todavía puebla, remoto, la retina.

En el viaje de vuelta, melancólicamente
dejar el escaléxtric que jugaba en Atocha.
El regreso al colegio, a las sombras de siempre
cuando ya se avistaban las primeras farolas.

(Como en el juego de los barcos,
no es un viejo tren: es el pecio
de mi infancia tocada y hundida)

Reseña del poeta