casi siempre mientras un hombre intenta
escribir
alguna mujer no para de entrar y salir,
quiere tal,
quiere cual.
casi siempre mientras un hombre está escribiendo
mantiene discusiones simultáneas con alguna mujer.
no es fácil discutir con una mujer y escribir
al mismo tiempo.
a veces creo que algunas mujeres tienen celos de
la máquina de escribir.
la máquina de escribir les costea comidas en restaurantes,
un coche decente, ropa, zapatos.
pero tienen celos de la máquina.
«cuando subes a escribir, me quedo aquí
sola», dicen.
cuando subo a escribir yo también estoy
solo.
hubo veces en que no había
adónde subir.
hubo veces en que solo era una habitación
con el retrete al fondo
del pasillo.
hubo veces en que no había habitación
ni máquina de escribir, solo un banco
en el parque.
«esa máquina es tu muleta», dicen
con buen juicio.
soy muy viejo para volver a la fábrica,
la fábrica no me querría
ya.
por suerte
esta máquina me ha sido tan fiel
como cualquier mujer que haya conocido.
y esta noche es una noche especial.
estoy solo de nuevo
igual que cuando empecé.
mis dedos sacuden las teclas.
la guerra nunca ha cesado.
me gusta esta lucha.
y ahora me doy cuenta de que
no hay nada tan hermoso y
tan puro y tan perfecto como una frase
bien escrita.
Archivo de la categoría: Charles Bukowski
Fui su amante – Charles Bukowski
ahora me toca a mí
ascender a través de la ola verde
de burbujas de sangre,
mi cuerpo,
cebo en algún inmenso anzuelo;
nombres, ciudades, sueños,
ahora me toca a mí,
los he visto irse a todos,
amigos y amantes,
he visto al pianista seguir tocando
después de que se hubiera ido el público,
ahora me toca irme a mí,
toda la magnitud reducida a un dedal,
abajo,
abajo
con ellos, con ella,
ciudades tomadas y enterradas
así,
animales como montañas
y las propias montañas,
relámpagos y plegarias y luego
el mar,
extinguidos somos
como la nada,
como la nada somos
y el pianista sigue tocando
mientras diablillos se deslizan barandilla abajo,
me hundo
ahora a través de la ola verde
donde ningún rayo alcanza,
sostenedme,
aire y agua,
sostenedme,
apagad las
voces de las caras que comen pan duro y rechinan los dientes
y no dicen más que mentiras,
fui su amante y ella era la vida
y volvió la espalda y se marchó.
¿Al guna vez has besado a una pantera? – Charles Bukowski
esa mujer cree que es una pantera
y a veces cuando hacemos el amor
gruñe y bufa
y el pelo le cae sobre la cara
y mira por entre las hebras
y me enseña los colmillos
pero la beso de todos modos y nos seguimos amando.
¿alguna vez has besado a una pantera?
¿alguna vez has visto a una pantera hembra gozando
con el acto del amor?
no has amado, amigo mío.
tú con tus ardillas y cobayas,
elefantes y ovejas.
tendrías que acostarte con una pantera,
ya no querrás nunca
ardillas, cobayas, elefantas, ovejas, zorras,
lobeznas,
nunca más nada que no sea una pantera
la pantera que cruza por mitad de la habitación
la pantera que cruza por mitad de tu alma,
todas las demás canciones de amor son embustes
cuando esa piel negra y tersa se mueve contra tu cuerpo
y el cielo te cae en la espalda,
la pantera es el sueño que se ha hecho realidad
y no hay vuelta atrás
ni ganas de que la haya...
la piel contra tu cuerpo,
la búsqueda ha terminado
y estás inmovilizado ante los ojos de una pantera.
Esa – Charles Bukowski
tu hijo no tiene nombre
tu pelo no tiene color
tu cara no tiene carne
tus pies no tienen dedos
tu país tiene diez banderas
tu voz no tiene lengua
tus ideas se deslizan cual serpientes
tus ojos no son iguales
comes ramos de flores
echas carne envenenada a los perros
te veo rondar los callejones con una porra
te veo con un cuchillo para cualquiera
te veo hacer pasar una cabeza de pescado por corazón
y cuando el sol caiga a plomo
vendrás de la cocina
con una copa en la mano
tarareando la canción más reciente
y sonriéndome con tu ceñido vestido rojo
extraordinaria...
otro poema de amor – Charles Bukowski
qué largas tienes las uñas, dijo,
Dios mío.
y yo dije:
no me corto nunca las uñas de los pies yo,
siempre hay alguna mujer que lo hace
por mí.
cogió el cortaúñas y empezó.
estaba en San Francisco
tumbado en el suelo.
ella era bailarina profesional,
habíamos hecho el amor, ido a Fisherman’s
Wharf, regresado y tomado una infusión
de hierbas, estábamos descansando antes
de hacer el amor
otra vez.
ella tenía un cuarto lleno de discos de música clásica
y libros,
hasta de los míos.
vaya uñas, dijo, Dios mío.
pero quédate quieto, no voy a
hacerte daño.
ya está, dijo cuando acabó de
cortármelas, ahora ya puedes buscar otra zorra
que te las corte la próxima
vez.
luego sacó un aceite y empezó a masajearme
los dedos y los pies.
vas a tener que hacerme un masaje en el cuello
a cambio, dijo.
le hice un masaje en el cuello mientras sonaba Mozart
y poco después estábamos haciendo el amor
otra vez.
ahora estoy de nuevo en Los Ángeles
sentado en la cocina
descalzo
y me vienen
a la cabeza imágenes
suyas.
Nina,
espero que la siguiente zorra que me corte las uñas de los pies
seas tú.
El primer amor – Charles Bukowski
una vez
a los 14 años
los creadores me dieron
mi único atisbo de
esperanza
a mi padre no le gustaban
los libros y
a mi madre no le gustaban
los libros (porque a mi padre
no le gustaban los libros).
sobre todo los que traía
de la biblioteca:
D.H. Lawrence
Dostoyevski
Turguénev
Gorki
A. Hixley
Sinclair Lewis
otros.
dormía en mi cuarto
pero a las 8 de la noche
teníamos que acostarnos:
“a quien madruga,
Dios le ayuda”,
decía mi padre.
“¡A DORMIR!”, gritaba.
entonces metía la lámpara de la mesilla
debajo de las mantas
y con el calor de la luz oculta
seguía leyendo:
Ibsen
Shakespeare
Chéjov
Jeffers
Thurber
Conrad Aiken
otros.
me trasmitían esperanza
y emoción en un lugar si
esperanza ni emoción.
me lo tomaba en serio.
pasaba calor debajo de las mantas.
a veces la lámpara o las sábanas
humeaban, como si se
quemaran;
entonces apagaba la lámpara
y la sacaba fuera
para enfriarla.
sin esos libros
no sé muy bien
en qué me habría
convertido:
un colgado, asesino
de mi padre;
un imbécil, un retrasado;
un soso desesperanzado.
cuando mi padre gritaba
“¡A DORMIR!”
estoy seguro de que temía
las palabras bien escritas
que con delicadeza
y sensatez
surgían de
las mejores obras
literarias.
y allí estaban
a mi lado
debajo de las mantas
más femeninas que cualquier mujer
más masculinas que cualquier hombre.
lo tenía todo
y lo hice mío.
La tigresa – Charles Bukowski
terribles discusiones.
y, al cabo, tranquilamente tumbado
en su amplia cama
que tiene una
colcha roja con bonitos dibujos de flores,
la cabeza el vientre hacia abajo
la cabeza ladeada
rociado por la luz que deja pasar la persiana
mientras ella se baña en silencio en la
otra habitación,
es superior a mis fuerzas,
como la mayoría de las cosas,
escucho música clásica en la pequeña radio,
ella se baña, oigo el chapoteo en el agua.
Oh sí – Charles Bukowski
hay cosas peores que
estar solo
pero a menudo toma décadas
darse cuenta de ello
y más a menudo
cuando esto ocurre
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
un demasiado tarde