Bienvenido silencio amigo mío
en la oscura noche que apacigua
el rumor del viento como un guerrero
cuya furia baila entre los árboles
y sin verlo yo lo veo limpiar
el ruido de la mente cacatúa
ensimismada en su graznido brutal
y monocorde y vos silencio mío
daga trueno del monte que rasga
la mugre acumulada las costras
sobre el instinto fino muriéndose
de pura sed por esa atención
donde yo desaparezco salvo
en la función de tensar el sentido
hacia lo visible y su fortuna
inagotable cercana a dios
silencio traicionado amigo nuestro
en el vendaval oscuro del día
dispuesto vaya a saberse a qué
donde el alma se pierde como un piojo
en la cabellera turbia del mundo
III
La boca en un rictus amargo.
Una mirada de fiera, para colgar
en el escueto retrato de los años.
Me voy con ellas,
a despertar al vivo y al muerto:
Las Locas de Plaza de Mayo.
Poesía de todas la épocas y nacionalidades