Es el amor; tendré que ocultarme o huir.
Jorge Luis Borges
Lento,
violento,
rumoroso
temblor
de hojas
en la intrincada selva de mis espinas.
Invasión de ternura en los huesos.
Ola dulce de agua
reventándome en el fondo del pecho,
encrespándose
y volviendo a extenderse
espuma
sobre mi corazón.
Es el amor con su viento cálido,
lamiendo insistente la playa sola de mi noche.
Es el amor con su largo ropaje de algas,
enredándome el nombre, el juicio, los imposibles.
Es el amor salitre, húmedo,
descargándose contra la roca de mi ayer impávida dureza.
Es la marea subiendo lentamente
las esquinas de piedra de mis manos.
Es el espacio con su frío
y el vientre de mi madre palpitando su vida en el silencio.
Es el grupo de árboles en el atardecer,
el ocaso rojo de azul,
la luna colgada como fruta en el cielo.
Es el miedo terrible,
el pavor de abrir la puerta
y unirse a la caravana
de estrellas persiguiendo la luz
como nocturnas, erráticas mariposas.
Es la tiniebla absoluta
o la más terrible y blanca nova del Universo.
Es tu voz como soplo
o el ruido de días ignorando los rumbos de tu existencia.
Es esa palabra conjuro de todas las magias,
látigo sobre mi espalda tendida a filo del sol,
desencajando el tiempo con sus letras recónditas,
desprendida del azar y de la lógica,
loca palabra, espada,
torbellino revolviéndome tibias memorias
apaciblemente guardadas en el desván de los sueños,
estatuas que de pronto se levantan y hablan,
duendes morados saliendo de todas las flores,
silbando música de tambor de guerra,
terribles con sus largos zapatos puntudos,
burlándose de mí
que, inútilmente,
cavo tenaz, enfurecida, incapaz,
llorando en mi espanto,
esta ̇última trinchera.
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Pequeñas lecciones de erotismo – Gioconda Belli
I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
Es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
No es tarea fácil –sí placentera–
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas
II
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
Corregir el rumbo cuando nube huracán o aullido profundo
Te pongan estremecimientos
Cuenco de la mano que no sospechaste
III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones
Niebla en el cerebro
Temblor de las piernas
Maremoto adormecido de los besos
IV
Instálate en el humus sin miedo al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído revuélvele la espesa cabellera con la Espada de fuego usurpada
Muerde la manzana
V
Huele
Duele
Intercambia miradas saliva imprégnate
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos
VI
Escucha caracola del oído
Como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua
VII
Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz
VIII
Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
—el mar como un vasto cristal azogado—
duérmete náufrago
Y Dios me hizo mujer – Gioconda Belli
Y Dios me hizo mujer
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavo por dentro
me hizo un taller de seres humanos.
Tejio delicadamente mis nervios
y balanceo con cuidado
el numero de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyecto con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron asi las ideas
los sueÒos,
el instinto
todo lo que creo suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosa que me hacen
mujer todos los dias
por lo que me levanto orgullosa
todas las maÒanas
y bendigo mi sexo.
Ahuyentemos el tiempo – Gioconda Belli
Ahuyentemos el tiempo, amor,
que ya no exista;
esos minutos largos que desfilan pesados
cuando no estás conmigo
y estás en todas partes
sin estar pero estando.
Me dolés en el cuerpo,
me acariciás el pelo
y no estás
y estás cerca,
te siento levantarte
desde el aire llenarme
pero estoy sola, amor,
y este estarte viendo
sin que estés,
me hace sentirme a veces
como una leona herida,
me retuerzo
doy vueltas
te busco
y no estás
y estás
allí
tan cerca.
Inventaremos nuestro propio idioma – Gioconda Belli
Inventaremos nuestro propio idioma,
mi amor,
y se nos crecerán los ojos.
Veremos cosas que nunca nadie ha visto:
caminos entre las nubes,
canciones en los trigales.
Les veremos los fustantes al viento,
las bocas con que besa el agua,
andaremos sueltos,
descalzos,
desnudos,
como invisibles duendes.
Llenaremos de palabras y risa
las paredes del mundo
mientras vamos vertiendo el amor de nuestros cuerpos
gorgojeando,
aguahablando,
cho
rre
án
do
nos
como las fuentes.
Como tinaja – Gioconda Belli
En los días buenos,
de lluvia,
los días en que nos quisimos
totalmente,
en que nos fuimos abriendo
el uno al otro
como cuevas secretas;
en esos días, amor
en mi cuerpo como tinaja
recogió toda el agua tierna
que derramaste sobre mí
y ahora
en estos días secos
en que tu ausencia duele
y agrieta la piel,
y el agua sale de mis ojos
llena de tu recuerdo
a refrescar la aridez de mi cuerpo
tan vacío y tan lleno de vos.
DESAPEGO DE LA HIJA – Gioconda Belli
Desde que creció me esquiva.
Alondra volando sola
alas con filo tomando altura
para desde lo alto
sacudirse mi amor como un estorbo.
La pájara pinta
mi muchacha con el garbo de una garza
a la orilla del mar
tiene la mirada lejana
de quien se sabe llegada de un lugar distante
extranjera en una tierra donde otros se reconocen.
¿Cómo sorber el aire que la aleja
soltar las plumas de los cisnes
para labrarle un nido mullido y seguro
donde atracar?
¿Cómo traducirle a su idioma de pájara
el amor del cuerpo que sin hacerla la hizo
que sin nacerla la nació
que la amará a través del espacio
a través del largo viento y la nube
que ella cabalga
evitando acercarse?
¿Cómo puedo yo
sin usar estrategias de guerra
cortarle la retirada?
CONSEJOS PARA LA MUJER FUERTE – Gioconda Belli
Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como
precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus
llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar a contracorriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto.
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodéalo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el
centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor
de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Has de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados
y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero.
Guarda las distancias.
Constrúyete. Cuídate.
Atesora tu poder.
Defiéndelo.
Hazlo por ti.
Te lo pido en nombre de todas nosotras.
LA AGONÍA DE LA MARIPOSA – Gioconda Belli
Más allá de la medianoche
en solitaria vigilia mientras la casa y sus ocupantes duermen
de puntillas me acerco a buscar la fruta,
el pedazo de pan para el hambre del insomnio.
Desplomada en el piso
agitándose moribunda
agoniza una mariposa.
El batir de sus alas se escucha en el silencio
como una llamada de auxilio.
Nunca he atendido o curado a una mariposa.
¿Qué haré? ¿Cómo impediré que perezca?
Nada puedo. Tan solo acompañar su agonía
sentarme en el suelo a su lado.
La oscura mariposa nocturna
tiene ojos de gato en las alas
dibujos y jeroglíficos de los seres míticos que la dibujaron
y la hicieron bella para la corta temporada de su vida.
Se queda quieta al fin.
Yo regreso a mi cama.
Torpe criatura que no pudo ayudarla.