Silencio sobre el mundo. Va espesando sus alas
la grave mansedumbre del corazón que escucha.
Pesa sobre los muertos, como un cielo caído,
todo el latir del tiempo sobre la tierra única.
Dios es sobre vosotros. Azul tiene su carne,
azul su vasta sangre inmensamente lúcida:
azul es el silencio del mundo que os sostiene
contra el silencio negro que vuestra carne oculta.
¿Cantar?... ¿cantar?... ¿Quién canta? ¿Acaso un mar de piedra
pudo lanzar su voz sobre la tierra nunca?
¿Acaso, de estos hombres tendidos, la voz triste
podrá brotar jamás de su muerte absoluta?
Hay almas, pero callan. Sobre los cuerpos vuelan,
pasan celestemente con un roce sin música;
pero el silencio existe: pesa sobre los muertos,
sobre la tierra pesa, como una eterna luna.
Penetra. Yo te escucho,
latido leve, pluma prisionera.
Penetra en este círculo donde arrojo mi vida;
donde me pongo en pie cuando abriendo los ojos
como un árbol sereno a la muerte me ofrezco.
Yo te escucho, penetra,
mi orilla empieza siempre y no se acaba nunca
sobre esta tarde limpia,
bajo esta tierra seca...
Date prisa. Te espero
...y no se acaba nunca.
Contra el sol del crepúsculo transparento mi muerte.
Cuando dos cuerpos se unen para amar,
se quema más despacio la soledad de la tierra.
De corazón a corazón, de hueso a hueso,
saltan pájaros ardiendo como puñales,
piel del mundo o deseo donde la carne gime,
un gran río desnudo de inesperados crisantemos.
Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,
se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida
perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,
que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge
como un fantasma solitario y oculto.
Hombre o mujer, árboles vibrantes,
hirvientes besos estrujados y un ángel.
Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre.
He aquí pájaro humano de lenguas devoradas, Señor.
He aquí mi llegada sin descanso sobre la yerba
a tanto andar color violeta
a tanto llorar por ojos enemigos
en verano que avanza avanza avanza.
Que delgadez en el frío de esta flor
suspirada hasta nube
en el canto de este árbol inclinado
hasta besar el origen de las especies.
Este venir a mí la tarde
con pies de pluma distinguida por
desiertos viajeros hasta el viento
donde humo de besos espera la llegada
de este llegar tendido a no sé dónde.
Te quiero suavemente desde aquí
sin que notes mi amor rosa-azul
en este tanto andar andar andar
color violeta que se derrumba y piensa.
Poesía de todas la épocas y nacionalidades