«Este que aquí dejó en la tetradracma…»
Konstantino Kavafis
Sobre el muro, grabadas
con una cuchara o con las uñas,
dos palabras.
El odio y la soberbia
del vencedor, no precisó borrarlas.
Quién fue. Joven
o viejo, o mujer, o niño. Cómo
soñaría su vida. Qué madrugada
bajo ruido de puertas, botas, armamento,
vivas y mueras bruscamente cortados
por los disparos,
vio ante sí el rostro de los asesinos.
Qué les diría.
Sobre el muro,
junto a insultos y fechas,
nombres escritos para no morir
del todo, su
YA VIENEN.
Después caminaría
con desesperación y sueño
hacia el alba helada.
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Piedra del sueño – José María Álvarez
En medio de tantos desórdenes siempre reinó una
alegría que los hizo menos funestos
Voltaire
Para Hélene y Bobo Ferruzzi
Este pasador... En el oro más fino
cincelado. Cuántas veces
dedos anhelantes lo habrán apartado
para que una melena oliendo a mujer
cayese abandonada
sobre unos hombros mórbidos.
Ahora, muerto en esta vitrina,
parece reírse de nosotros, reprocharnos
que seamos capaces de pasar el tiempo
admirándolo.
«No soy nada
—nos dice—, sólo un objeto
para sujetar el pelo. Soy hermoso
porque cuando alguien me hizo
era impensable no modelar belleza.
Pero sólo existo cuando brillo
allí para donde fui concebido,
no en el acabamiento de esta veneración mediocre,
sino sobre un rostro hermoso y moreno».
Argent vivo – José María Álvarez
¡Qué vida más tranquila parece llevar mi familia!
-pensó Gregorio
Franz Kafka
La voluntad y los apetitos… ah!
Edmund Burke
¿Lo recuerdas? Tuvimos
la Luna en la palma de la mano.
Nunca otra vez la música
de aquel tambalillo de la playa
volverá a hacernos bailar,
ni, sin que nosotros lo escuchemos,
a crujir el mundo volverá.
Volverá tu marido, no es mal tipo,
en su jardín tu aburrimiento a colgar,
y el calorcillo que alumbra entre tus muslos
¿a quién llamará?
Quizá otros brazos y otros besos
profundamente sentirás,
y tu marido y yo quizá acabemos
bebiendo solitarios en un bar,
haciéndonos amigos; como es lógico
evocarte nos unirá.
Pero recuerda, como yo te he leído a Scott Fitzgerald
nadie te lo leerá.