Ven, desnúdate, muéstrame el secreto
de tu piel deliciosa, allí donde amanece
tu sexo como un sol de brasa oscura.
Enséñame el camino de tu mano,
el rastro húmedo, el agua, la sustancia.
Enséñame la vida, abre las puertas,
ilumíname; dame, explica el mundo
con un gesto. Tan simple y tan completo.
Ven, desnúdame, ciégame y acaba.
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Despacio – Josefa Parra
Se me apaga tu cuerpo entre las manos
tan despacio.
Pavesa diminuta, luz efímera
tu amor, aunque me empeñe en sustentarlo.
Tan despacio te pierdo.
Y hasta el dolor que aferro con argucias
se vuelve limitado y manejable.
Tan despacio te pierdo,
con tanta exactitud,
irrevocablemente.
El exceso – Josefa Parra
He de beberte a sorbos muy pequeños,
deletrear las frases, hacer alto
después de cada encuentro,
cerrar los libros de las confidencias,
amarte muy despacio, y distanciando
los besos como islas.
Al fin y al cabo, Narciso – Josefa Parra
Comprendo en ti la soledad sin tacha,
sin fisuras, del cuerpo que está amando a otro cuerpo
cuyas señas ignora, sin más conocimiento
que el de la carne abierta, su resplandor de venas
como pequeños ríos, su belleza impaciente,
su adelanto mortal de algún atlas secreto.
Qué solitariamente te entregas. no te inquietan
preguntas, no te duele la memoria
del ser que frente a ti se desenreda
torpemente de otros pasados cuerpos.
Ni te hieren los nombres que no oíste,
sus sílabas de hielo rompiéndose en tus besos.
Como una isla, tu contorno esquivo,
sin señas ni recuerdo, sin contactos, sin puentes,
se perfecciona a solas. Y contemplo tus playas
como un náufrago; toco la tierra de tu pecho
exiliada de ti antes de habitarte.
La pura soledad y el olvido que eliges te hacen cerco.
Cosas que no tendremos – Josefa Parra
Cosas que no tendremos:
Las mañanas de abril largas de amor y sueño.
Las tardes de noviembre con lluvia interminable.
Las noches del verano tercamente estrelladas.
Todas las madrugadas dulcísimas de otoño.
Cosas que me he perdido:
No sabré del sabor de tu boca dormida.
No acunaré a tus hijos. No beberé tu vino.
No lloraré contigo viendo ningún ocaso.
No me amanecerá tu vientre entre las sábanas.
Tengo todo un tesoro de lagunas y ausencias,
un muestrario completo de páginas en blanco.
Alcoba cerrada – Josefa Parra
Por detrás de la puerta,
guardado por cerrojos de silencio y de agua,
esperando, desnudo, tu cuerpo. Tibiamente,
mansamente desnudo, hermoso hasta el dolor.
No entraré a descubrirte.
No violaré el santuario de tu carne entreabierta.
Demasiado peligro para sólo una vida,
demasiado pecado para tan sólo un alma.
Contagio – Josefa Parra
He bebido esta tarde la tristeza de un cuerpo,
su peso, su evidencia,
su impotencia de carne que quisiera ser sueño,
esa mortalidad que lo delata
incluso en el recuerdo.
Me ha contagiado un cuerpo de nieve su dolencia
y ando por tanto exceso
agotada, rendida, con apenas las fuerzas
para arrastrar la piel y la mirada
lejos de su influencia.
La infidelidad irremediable – Josefa Parra
Si, al final,
ha de comer la tierra tus delicados huesos,
y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna
debajo de raíces y lianas, qué importa
que estés tan descubierto y accesible,
que encauces tu saliva en otros surcos,
que te des a pedazos cada noche
como Profana, y Cruel, y Santa Forma.
Si, al final,
has de ser a despecho de tu carne radiante
y de todo el deseo con que te he coronado
espléndido despojo que posea la muerte…
La belleza – Josefa Parra
Solo es hermoso el hermoso cuando alguien lo mira
Safo
No sabéis cómo duele la belleza.
Infecunda,
abierta sobre el lecho, la carne fulgurante
me adelanta un futuro donde estaremos solos.
Coronadme de acónito, no de frescos laureles,
no de rosas fragantes, no de ramas de mirto.
Coronadme más bien para un día de llanto;
hacedme más hermosa, más triste, más oscura.
(Estoy viéndome ya enlutada y ajena)
Coronadme de flores amargas de cicuta,
no de tallos de eneldo ni de enredados pámpanos.
(Estoy viendo el dolor desde que os he mirado,
pero no me arrepiento de este amor sin fortuna)
Levante – Josefa Parra
Como el urgente viento de Levante te adentras
en mi alcoba, alocando mis folios y mis ansias,
trastocando los puntos cardinales, hurgando
en mis más escondidos secretos. Sin respeto
escarbas en mi cuerpo, me lastimas de semen
y de dudas, me cambias de improviso los pocos
referentes que aún sostenían el mundo.
No puedo detenerte. Me visto de veleta
y señalo hacia el Este mientras que estás conmigo.