la muerte reduce las repeticiones a una sola vez
a noche tormentosa
se hunde en doce espejos
un prado limpia estas oraciones
los cisnes una biblioteca blanca como nieve
doce catálogos pasean
en las botellas femeninas de plata
claro de luna olas rugientes
no puedes ver
la siesta dorada de la tarde en ojos de nácar
septiembre inscrito de palabras tan profundo como
un rostro
hablas entonces debes existir
bajo los pies una habitación a prueba de sonido se
abre de par en par
doce bordes reflejan a los visitantes
un zoológico de cristal
de un lejano susurro intergaláctico
la vez necesaria
al menos en el espejo
los dioses al revés
sin tu carne y tu sangre sombrías
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La estrecha puerta – Huang Fang
He arrastrado con la anorexia que nunca
se ha curado desde los años de mi infancia.
He andado un año, luego otro.
Es probable que hoy ya no me mueva más.
Las veces que deseo salir de casa por las mañanas
veo a los niños retozando
mientras cruzan la calle en fila
como enjambre de abejas
como olas del mar.
Sobre los matorrales, los gorriones gorjean
y baten sus alas.
Las cosas en este mundo son tan prósperas
que el hombre se resiste a abandonarlas.
Pero antes de que termine el otoño
una nieve inusual gravita de repente
y se funde en el firmamento.
El invierno más frío está por llegar.
¡Anda! Regresa.
Regresa a la estrecha puerta y afiánzala con todas tus fuerzas.
Si debo morir, mándenme de vuelta… – Jidi Majia
Si debo morir, mándenme de vuelta
A mi lugar de nacimiento, entre furiosas montañas
Déjenme entregarme a las llamas
Tal y como lo hicieron mis ancestros.
Sobre las llamas, el cielo abierto
Nunca fue un reino del vacío,
La armadura aguarda ahí al valiente, una preciosa espada traslúcida,
Una silla de montar tejida por aves, la sal de la lengua madre, semillas devueltas a la tierra,
Panteras y -aún más- piedras celestiales.
Hay susurros que deben ser atendidos
Hechos por el viento soplando a través del trigo,
El ala del sol, pasando sobre la escalera del tiempo,
Las colmenas de las laderas rezumando la divina dulzura,
Un río de cereales, cúmulos de estrellas escondidos en pequeños tarros,
Sobre esas llamas
Mi alma comenzará su viaje.
En cuanto a mi, sólo en aquel lugar
La muerte puede ser un nuevo comienzo… las brasas arden de nuevo
Sobre el camino donde el crepúsculo eterno se extiende
Mi sombra no se detendrá por un instante
Dirigiéndose por el mismo camino que recorrieron mis ancestros
Siguiendo por la ruta de la blancura,
Y antes de que el resplandor me cubra, mi nombre,
Cobijado en su propio oro, brillará.
Tristeza de amor – Li Po
La bella enrolla su cortina perlada.
Sentada en la sombra, fruncidas las cejas.
En sus mejillas se ven huellas de lágrimas.
Mas ¿a quién le deberá tanta tristeza?
Prédica en las montañas – Li Po
Si me preguntáis por que vivo aquí entre las verdes montañas,
reiré silenciosamente, y cerraré mi corazón.
El capullo del melocotonero y el agua silenciosa
me transportan a otro universo más allá del mundo de los hombres.
Otoño, en mi alcoba – Ma Xianglan
Rocío sobre los lotos. Frío, luna pálida.
Acompañadas por el fresco viento,
las aves migratorias vuelan.
Dicen que está a miles de leguas
la zona fronteriza que habitas.
Llega ya el invierno.
¿Adónde te enviaré un abrigo?