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Solo su cuerpo dulce – Carlos Castro Saavedra

Su cuerpo es una aldea
donde yo me refugio cuando truena en el cielo,
y tiemblan los follajes de mis venas
y las agrupaciones de mi pelo.

Su cuerpo dulce y hondo
y sus dos brazos claros como ríos sin puentes,
donde me oculto con mis tempestades
y las constelaciones furiosas de mis dientes.

Vientos como caballos
me pisan todo el pecho de pan de amapolas
pero voy a su cuerpo
y su cuerpo me lava la sangre con sus olas.

Olas blancas y largas,
en cuyos precipicios y cimas espumosas
recobro mis batallas,
pero las que se ganan con caricias grandiosas.

Sólo su cuerpo dulce
en medio de estos días con sabor a ceniza,
y a semana nocturna
sobre la matutina tela de la camisa.

Su cuerpo dividido
en colinas, en valles, en boscajes, en nidos,
y prados de amapolas
donde hay niños oscuros y linajes dormidos.

Miel tibia, leche tibia,
y el rumor de la sangre bajo la piel delgada,
el rumor de la vida
bajo la piel desnuda y levantada.

Sólo su cuerpo dulce
para el mío de fibras y de zumos amargos, que ya está fatigado
de las noches oscuras y los caminos largos.

Derrota – Flor Alba Uribe

Anuncio mi regreso al límite marcado.
Al reloj con sus rígidas señales,
a las siglas convenidas y ese rictus
que amedrenta
los símbolos vitales.
Sí, ya estoy aquí, vedme desnuda
de toda rebelión, de todo intento,
del fuego primordial de la esperanza,
fracción de vida
con su perfil anónimo.

Ya enjaulé mis ensueños migratorios,
exilié mis verdades insurgentes,
ahuyenté mis fantasmas libertarios
y renegué de
mis locuras esenciales.

Ya soy de nuevo la cifra en el rebaño,
la postulante de toda cobardía,
os invito, sin rencor, al gran evento,
de mis remordimientos
y nostalgias.

Delictia Carnis – Flor Alba Uribe

Voy por tu cuerpo
con la avidez
gozosa
de un lobo que demarca
su nuevo territorio,
preciso tu latido,
tu miel,
tu levadura,
el tacto que me brinda
paraísos contrarios.
-Tu piel,
con su fragancia
de tierra lloviznada,
transpira como un niño
que juega entre la niebla-.
Con manos
como olas,
con labios
como insectos,
con el abrasado viento
de mínimas palabras
me aferro
a tus costados,
deambulo
por tu cuerpo,
convoco en tus fronteras
el solapado fuego.
Y, así,
de toque a beso,
de humedad a silencio
te creces en ternura,
te viertes
en codicia,
aprendo de tus manos
mi resplandor más hondo,
y bebo
en tu saliva
mis sales y mi aroma.

Mutación – María Clara González

«…Cuándo así me acosan ansias andariegas
¡Qué pena tan honda me da ser mujer!»
Juana de Ibarbourou

No te apenes Juana
que ahora podemos
hartarnos de luna
caminar por sendas que locas invitan
abrir andariegas puertas misteriosas
y asomar la sed

Podemos ahora
como tu anhelabas
navegar por campos
caminar el mar
pero para hacerlo
sin saber el modo
¡como las serpientes cambiamos de piel!