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Vagar en lo opaco – Alejandra Pizarnik

mis pupilas negras sin ineluctables chispitas
mis pupilas grandes polen lleno de abejas
mis pupilas redondas disco rayado
mis pupilas graves sin quiebro absoluto
mis pupilas rectas sin gesto innato
mis pupilas llenas pozo bien oliente
mis pupilas coloreadas agua definida
mis pupilas sensibles rigidez de lo desconocido
mis pupilas salientes callejón preciso
mis pupilas terrestres remedos cielinos
mis pupilas oscuras piedras caídas

Esta tarde – Alfonsina Storni

AHORA quiero amar algo lejano...
Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas
Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla, mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor... Toda la tierra
Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,
Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy soñando embelesada...

Pero
Ya está bajando el sol tras de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...

Siesta – Alfonsina Storni

SOBRE la tierra seca
El sol quemando cae:
Zumban los moscardones
Y las grietas se abren...
El viento no se mueve.
Desde la tierra sale
Un vaho como de horno;
Se abochorna la tarde
Y resopla cocida
Bajo el plomo del aire...
Ahogo, pesadez,
Cielo blanco; ni un ave.

Se oye un pequeño ruido:
Entre las pajas mueve
Su cuerpo amosaicado
Una larga serpiente.
Ondula con dulzura.
Por las piedras calientes.
Se desliza, pesada,
Después de su banquete.
De dulces y pequeños
Pájaros aflautados
Que le abultan el vientre.

Se enrosca poco a poco,
Muy pesada y muy blanda.
Poco a poco se duerme
Bajo la tarde blanca.
¿Hasta cuándo su sueño?
Ya no se escucha nada.
Larga siesta de víbora
Duerme también mi alma.

La espina – Alfonsina Storni

VAGABA yo sin destino,
Sin ver que duras retamas
Curioseaban con sus ramas
El placentero camino.

Brazo de mata esmeralda,
De largas puntas armado,
Clavó una espina en mi falda
Y me retuvo a su lado.

Así tus ojos un día
En que vagaba al acaso
Como una espina bravia
Me detuvieron el paso.

Diferencias: de la hincada
Espina, pude librarme,
Mas de tu dura mirada,
¿Cuándo podré libertarme?

Una carta de amor – Julio Cortázar

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
 
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
 
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
 
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
 
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

BELLA DE LA NOCHE – CARMEN BRUNA

El paso del tiempo se hace insoportable y temible
cuando el cuerpo y el espíritu del amante
nos han abandonado en las regiones del GRANIZO.

Estamos desde siempre condenados a MUERTE,
somos los hijos perdidos de los MANANTIALES,
la pena tritura nuestros huesos
como al maíz rojo en el mortero.
la pena por el amor cuyo fin
no podemos comprender,
la fragancia de la SANGRE derramada inútilmente
dulce y tenebrosa como el beleño.

¿Qué hay de ti para mí en los nenúfares navegantes
que se SABOREAN COMO JAZMINES molidos?
Solamente dolor y remordimiento,
solamente el rumor de las cañas melodiosas
y su embeleso,
el aroma de la MIEL y el sonido de las FLAUTAS.
¿Qué queda entre la guirnalda
de plumas AZULES?
el FUEGO perdido en lo alto de las montañas
las lentas agonías en la casa de los TIGRES,
el negro ESCORPIÓN
Que durante el sueño
ENVENENA mi carne frágil,
la horrible pesadilla
que resbala en la LUNA DE TODOS LOS ESPEJOS,
la ESTRELLA granate con su LLAGA LÍQUIDA
en el ESTANQUE DE ORO
DONDE BEBEN LOS CIERVOS,
el satélite resinoso , que sahuma
la casa de los ruiseñores,
cuando se cumple el ciclo engañoso de las marcas,
el canto de Venus, poseída y musgosa
encerrada con las aves en la celda de los esclavos.

Somos inocentes y crueles como los visones,
siempre tenemos cinco años maltratados,
cinco años de desarraigo y orfandad;
el néctar doloroso y esquivo del sexo
nos persigue desde el nacimiento,
nuestra SANGRE verde aletea
cuando el PÁJARO bate las aguas con su plumaje,
e inaugura el latido de los corazones en las ondas,
nos han robado el MAR DE LAS ARTERIAS,
nos hurtaron el calor de los miembros.

¿Qué harías si yo fuera a MORIR?
¿Te extinguirías como una candela en la tempestad?
¿Te arrojarías jubiloso
en el regazo de la hierba haschich?
Ya nada queda por decir,
únicamente lo que no puede olvidarse.
El silencio feroz que convoca al SUICIDIO.

La lluvia con su rostro de AZÚCAR derretido,
captura todos los PANALES
de las ABEJAS ANTROPÓFAGAS,
la lluvia del trópico,
la que disuelve en sus ALUCINACIONES
a la arenas calientes del DESIERTO
y procrea un fabuloso camino de Santiago
en los oasis TURQUESAS;
la MEDIA LUNA INCENDIADA por las manos
LUMINOSAS de los enanos
que viven entre las AMAPOLAS y el incienso,
que crujen sus diminutos DIENTES
junto a la HOGUERA DE ALAS DE MARIPOSA
Y PLUMAS DE ARCÁNGEL,
todo el corazón del SOL
arrojando gemas de colores a los ILUMINADOS.
Desesperación , vamos a caminar por la vida
con una NARANJA en la mano;
PALOMA DE LOS TORRENTES
PIEDRA ROSA HEMORRAGIA de los sacrificios,
algunos gramos más de plácido VENENO
y las tinieblas caerían sobre nuestros OJOS.
¿Quién lo duda?
ese sería nuestro triunfo inútil
el infinitesimal tiempo de las mujeres
que pudieron elegir su propia MUERTE.

Subterráneos guardianes de SEPULCROS
MANZANAS oscuras
camalotes
golosinas de caña pegajosa,
perfumando el RIO ASESINO.
Las SERPIENTES en las ORQUÍDEAS
y en los coágulos del polen
espantadas SEDIENTAS.

Siesta – Oliverio Girondo

Un zumbido de moscas anestesia la aldea.
El sol unta con fósforo el frente de las casas,
y en el cauce reseco de las calles que sueñan
deambula un blanco espectro vestido de caballo.

Penden de los balcones racimos de glicinas
que agravan el aliento sepulcral de los patios
al insinuar la duda de que acaso estén muertos
los hombres y los niños que duermen en el suelo.

La bondad soñolienta que trasudan las cosas
se expresa en las pupilas de un burro que trabaja
y en las ubres de madre de las cabras que pasan
con un son de cencerros que, al diluirse en la tarde,
no se sabe si aún suena o ya es sólo un recuerdo...
¡Es tan real el paisaje que parece fingido!