YA EL SUEÑO HACIA LA MUERTE SE HA INCLINADO;
dame tu mano, Abril, sólo te pido
que quede la esperanza en lo que ha sido
y el trigo limpio en su sazón cortado.
No sé si tengo sed y he despertado
en la aceña del agua del olvido;
no sé, dintelo tú, si me he sentido
por mis propias palabras engañado;
no sé, dimelo tú, si en tu aspereza
no hay siempre un ademán de despedida
y hay un viejo mendigo puesto en cola;
la intensidad mantiene su pobreza,
su harapo de soñar, su desvalida
pasión por ti que permaneces sola.