Carmen del amanecer – Eugenio de Nora

En las praderas de la madrugada
rociadas de estrellas fugaces,
me gusta recordar tu alma.

Y aspiro hondo, al sol rasante
de luz tan tibia, la delicia
de sentir como tu boca el aire.

¡Canta la tierra, canta! Duda
entre los embriagados pájaros
y las corolas de hermosura.

Y pasa, como el agua al fondo
del cielo suyo, ¡la alegría
—azul, azul—, de gozo en gozo...!

¡Uno, cien, mil, todos los días!
Es la canción que dice siempre,
que canta ¡siempre!, repetida.

¡La eternidad cada mañana!
—Eres la vida que amanece.
Tierra de luz, ilimitada...

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