A un lago azul te comparaba,
maravilloso, claro.
Pues, como ya nada en el mundo
tenía sentido, como ya el descanso
sólo podía traerlo el gran regreso,
la muerte misma, yo, anhelando,
con el corazón joven
busqué lo más cercano
a morir: entregarse,
amar perdidamente, darlo
todo.
...Queda un lago encantado.
*
«Aquí llegaron los amantes»,
dirán.
Y si la primavera,
igual que ahora con nosotros
florece en las orillas tiernas,
han de pensar:
«Por estos lirios
de los bordes, por la pradera
venían... Pero las flores, bajo el tiempo,
eran aún más bellas...
y ellos siguieron, hasta el fondo.
(Maravilloso era
ver cómo entraban al palacio
del agua, sonriendo,
soñando, mano en mano...)»
«Aquí llegaron...»
Y en la noche
—fuego de astros bajo el lago—,
dirán:
«Se fueron a buscar estrellas
que en lo hondo de sus ojos palpitaron...»
*
Nosotros, ya, seremos
canción sólo en sus labios.
...Pero labios de amor. Y se oirán besos
al chasquido del agua en lo estrellado.