Poetas andaluces de ahora – Antonio Hernández

Salvo a Vicente y su callada riqueza
y salvo a Rafael y su escrutinio
de lo bello, nunca los vi. Porque la guerra
los puso lejos como un barco arrugado
en la memoria, no vi a Luis Cernuda,
ni a Federico, ni a Emilio Prados
o a Altolaguirre.
                  Ellos cantaban
la luz como los potros de mi pueblo
y extraían claveles de sus venas
astrales. Con mi edad, o mejor dicho
un poco más expertos en los astros
terrestres, se marcharon, con el ave
de la muerte o del exilio, a otros mundos
lejanos, perseguidos por la doble
sombra de la derrota para que,
de nuevo, se cumpliera el destino
de quien canta y quien ama.
                          (No los vi
y ahora serían amigos, a los cuales
cuesta trabajo visitar por miedo
a visitar la propia egolatría,
la de uno, la que al fin desaparece
con los versos de ellos.)

No los vi, y lo repito en un sollozo
con la herida cerrada, lo repito
con una salva póstuma de aplausos
y como un corazón para que todos
sepan que se recuerda con doliente
armonía a lo desconocido
que hace presencia en unos versos suyos
porque aparezca el Sur en la distancia,
habite el mundo entero, no disponga
la Tierra de lugar para otro sueño.

Para que, acaso, pueda contemplarlos
aún —no los vi— pues permanecen rotos.
Igual duran la gloria y la injusticia.

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