La noche abolida – Pilar Paz Pasamar

                       Tu mano acerca el fuego a la sombría tierra
                              y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia.
                                                                            SALMO

Eres calor, calor. Tibio regazo.
Pecho de ave. Edredón de pluma.
Por tu calor, no por tus resplandores,
por tu calor de lar, no por tu fuego,
por el calor al pan de tu tahona,
por tu calor, solo calor, calor.
En mi calor, en mi calor te llevo
como la tierra lleva la amalgama,
la incandescente entraña, tú eres eso:
calor, calor, calor, calor, calor.
Ni a la muerte podemos ya temer,
cercano de tu hoguera está mi rostro,
del ígneo condimento está mi boca,
tu pan está caliente en la cocina
a la temperatura de la noche.
Huyen como de bosques incendiados
los fantasmas nocturnos, la alimaña
sale de su cobijo, ni a la muerte
podemos ya temer y está vacío
el hoyo, inútil miedo en que caímos.
Nada es la noche, no hubo nunca noche,
tú aboliste la sombra y el sepulcro,
tu hoguera no exigía sacrificios
ni te saciaste de vestal o víscera,
ni exigiste cuidados ni pabilos,
pues eras tú, perenne redivivo,
temperatura universal, el día,
alba caliente, luz a todas horas,
a todo tiempo, a toda vida
diste y das, calor, solo calor

Un comentario en “La noche abolida – Pilar Paz Pasamar”

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.