A mis amigos
Belén y Julián Marcos
Después parecerá lo más sencillo
repartirse entre todos, con la calma
fecunda de la lluvia,
que madura la tierra y la alimenta
con su noble cadencia acompasada;
sentir el goce pleno del instante;
nacer cada mañana
con toda vida nueva que amanece,
y acabarse y surgir a cada vuelta
con la tranquila sencillez del alba;
reírse con la risa del hermano;
morder la fruta amarga
del dolor de los otros y, entre todos,
deshojar el rosal de la esperanza;
sentir sobre los hombros
el tamaño y el peso de la tierra
con la medida a cada esfuerzo exacta,
y tener siempre a punto entre los labios
una nueva canción para el momento,
y una nueva ilusión para el mañana.