Lunas que caían a pedazos
descolgadas del cielo
lunas nuevas no vistas nunca
Lunas llenas a ratos
me inundaron la garganta de llanto
Lunas Siempre fueron lunas
A dónde ha ido todo?
Qué viento de cuarenta años borró tu
carne de mi carne?
Ariosto envió a Orlando
el Furioso
a buscar su sanidad mental
a ese lugar lechoso donde uno encuentra
todo
lo que se pierde en la tierra/
A dónde iré a buscar yo
el calor de las noches
la lluvia tibia
las cenas de sopa de fideos?
Nos comimos
la luna a pedazos Casi duró cuatro años
Archivos Mensuales: septiembre 2025
Creación – Margarita Carrera
Yo creo mi forma.
Soy mi propio Dios
y mi demonio.
Alejaos figuras ya hechas.
Quiero el barro
la carne no modelada
el alba de la palabra.
Yo modelare su nada
su naturaleza esquiva.
Dadme la lágrima
y el suspiro.
Les daré forma,
cuerpo, luz.
Ver el sol – Amalia Bautista
ERA todo mentira y me convenzo
en el momento más inoportuno.
El amor no era amor. Eran los besos
una manera de apagar la sed.
Las caricias, el modo de orientarnos
en medio de la noche. Oigo ahora
la voz de la tristeza: si pretendes
ver el sol, deberías al trasluz
mirar un huevo pasado por agua.
Estoy ausente (2004)
Oración por mis padres – Jesús Aguado
Desde antes de nacer os amaba en los árboles
y en las vías del tren y en las ventanas.
Desde antes de nacer ya nací en vuestros ojos
que miraban las cosas
que yo también vería alguna vez:
los ríos y las casas, la oscuridad y el eco,
los pasos en un suelo de madera, la comida caliente,
el estremecimiento, la compasión, las risas.
Nací de vuestros ojos mirándose en los ojos de la vida.
De vuestra luz de estrella guiando al navegante que llegaría a ser.
De vuestra fe en el tiempo y los abrazos.
Desde antes de nacer os amaba en vosotros,
emboscado en vosotros, creciendo con vosotros:
ni semilla siquiera de futuro
pero sintiendo ya que me cuidabais como el aire a sus aves;
sin nombre todavía
aunque todas las cosas me nombraban ya a mí.
Qué feliz coincidencia la que me trajo al ser:
vuestros ojos cruzándose en un baile,
vuestras manos brotando en el humus regado del deseo,
vuestras palabras limpias construyendo un camino en el que yo
dejaría muy pronto mis huellas diminutas.
Qué feliz coincidencia estar aquí, ser esto, tener sitio.
Solo por eso os amaría
como un volcán al centro de la tierra,
como una ley a sus repeticiones,
como una cuna a su bebé dormido.
Nací, y fue para siempre, de vuestra alfarería,
del barro del azar y del amor
en el que moldeasteis mis piernas y mis sueños.
Os doy las gracias y también le doy las gracias al sentido
que dicta el crecimiento de las uñas
y el magma en espiral de las constelaciones.
Os doy las gracias por ponerme un pie
en el Origen y el otro en el Fin,
por hacerme misterio y recorrido y reflejo y distancia y este punto.
Os doy las gracias por haber creído en la difícil posibilidad
de que yo alguna vez leyera libros
o de que el vino rojo bajara por las suaves comisuras de mi amada
hasta mi lengua temblorosa
o de que comprendiera esa antigua verdad que enuncia un barco por un río.
Sin vosotros me hubiera perdido el Universo,
las ensaladas, los amigos, el otoño en el sur,
los cuentos de vampiras, el sexo en catarata,
los colores, la luz, el humor, los jerseys.
Sin vosotros no hubiera hallado ningún yo para vestirme
y estaría ambulando por la Nada,
un fantasma del No, un círculo intrazado, un vacío vacío.
Os doy las gracias por haberme rescatado del Nunca y del Jamás.
Y le pido a esta mesa
y a la sonrisa de esa niña que juega en el jardín
y al chillido del mono que me exige las sobras
y a la higuera feraz y a las ardillas
y a las nubes lentísimas que aplacan el ardor de mi mirada
y al bolígrafo azul y a la página en blanco
y a los cojines rojos y a los ventiladores:
le pido al mundo y a las cosas que
os cuiden a vosotros tan bien como vosotros me habéis cuidado a mí.
Que os cuiden con el mismo amor que ya os tenía
desde antes de nacer en vuestros ojos.
Mendigo (2008)