Con Dámaso Alonso
Horadan el sur de la noche
vengativos y solitarios
Van derrotados y altaneros
como ternísimos malvados
Brotan solos de las tabernas
y bajan a los urinarios
y escriben su odio en las paredes
como grandiosos literatos
Varias señales de la miseria
se obstinan en acompañarlos:
la ropa astrosa, la hosca noche
el más maloliente tabaco
las lavacias de vinos pobres
unos gruñidos enigmáticos
una furia deslavazada
y muchos sueños desollados
Su cólera cariada, sus
turbios semblantes de borrachos
y ese no sé qué de navío
dando miedo y dando bandazos
recuerdan al hollín, al limo
al engrudo, a la escarcha, al trapo
Su patria es la calle vacía
la soledad su sindicato
su club la esquina en que vomitan
la acera su confesionario
y su destino un hospital
que ya les muerde los zapatos
Ríen con pelos entre los dientes
lloran vidrios a manotazos
cantan cosas desatinadas
callan geológicos y hartos
Su impar desgracia ya ululaba
entre la leche que mamaron:
hace ya muchos siglos que
garabatean en el espacio
escribiendo el siniestro libro
de la injusticia y del espanto
Hijos y nietos de la ira
una costra de antepasados
iracundos y miserables
les macera y cubre las manos
con las que se tapan los ojos
al echarse a morir. Los amo
[Y en la pancarta se leía
el furioso nombre de Dámaso]