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Extinción amorosa – Olga Novo

                               Istis mirant stella
                               (Fragmento del Tapiz de Bayeux)
Silba en mi garganta
el pájaro de la pasión
pía en mis glándulas mee agujerea el final de la conciencia
y yo me rebusco entre cenizas y no queda
ni rastro de mí
queda esparcida como un cometa que explotó en el cielo del año mil
y lo vieron pasar labriegos visionarios que arrastraban el corazón
como un arado
por tierras imposibles.

Así fue.
Fue así.

Brasas – Olga Novo

A veces
no sé si escribo o es que ando descalza sobre las brasas
si puedo acariciar tu médula a la que solo le falta hablar
como un campo de flautas.

A veces
no sé
quien soy y me pregunto al caos
me pasan por delante de los ojos la noche y el murciélago
secreto 
de tu amor
pido
muérdeme el aliento
cómeme el corazón
y si todavía quieres más
ven a ver:
La noche succiona mi polen negro
para oscurecer la madrugada
tira de mis tendones para tensar la aurora.

A veces no sé si florezco o es que hablo aire
me entrego a ti o hago el amor con la mitad de mí misma
si te abrazo o acuno un trébol de cuatro hojas
si tengo un hijo dormido en mi vientre como un dolmen pequeño
o si todo cuanto veo no es más que un lamento
de no verte

de no verte
me poso en la rama del pensamiento
lo siento como un hierro candente bajo las patas
intuyo bajo la sombra el cuerpo de tu ausencia
como el grano de maíz como una hostia sagrada
y bajo a beber a la fuente ayer
donde tú no estabas.

El tiempo se comunica conmigo
por sondas subterráneas
apenas entiendo nada salvo la fiera sentimental
que gruñe allá en el fondo de tu oído interno.

Oigo voces que no son yo
me desplazo sin moverme
como el son de la lira
voy a donde ya estuviste
y encuentro
una luciérnaga que dejó en la hierba tu aura desnuda.

Se queda la lana a tejer hasta el alba
se queda la seda acariciando el feto de la oruga
el sol en su pozo entona un oráculo
se quedan mis ansias sentadas a la puerta
golpeando un báculo mi corazón.

A veces no sé si escribo
o es que ando descalza sobre brasas
o es que ando descalza sobre brasas
o es que ando descalza sobre brasas

El Buen amor – Olga Novo

                               Busca estes amores..., búscaos,
                               si tes quen chos poida dare;
                               que éstes son sóio os que duran
                               nesta vida de pasaxen.
                                             ROSALÍA DE CASTRO
A menudo me decías
que una legión de ángeles rilkeanos me protege
y era cierto.
En las mañanas en que llovizna
y el ruido del roce de la nada me hace vibrar
sintiendo que estoy viva...
se acerca sin más pisando sobre hierbas aún no nacidas
el buen amor
que salva y canta allá
donde se unen mis vértebras y los astros.

Como aquel libro leído en plena adolescencia
que ardió en mi boca entre Dante y los sueños.
Ahora sé por fin 
que en medio del camino de la vida
entre Vilarmao y Bastavales
la bestia de la felicidad pacía con paz entre flores amarillas.

Y le doy de beber esta sangre fluvial
y proclamo su armonía como un tratado barroco
para zanfoña y lágrimas
de alegría.

A menudo me decías 
pero yo no entendía...
Que en las mañanas de nieve
donde la blancura asume la suma total del color
y yo me alzo tres metros sobre mí apenas sin ser notada
por la gravedad y sus manzanas maduras...
Que en esas mañanas 
todo perdura 
al pender de las manos del buen amor
que cura y percute en la piel
como un bombo de esferas celestes.

Extremo saber que todo cambia
que nos levanta del barro la lengua al límpido lenguaje
donde te digo que te quiero y todo arde
sutil y tranquilo en esta tarde...

Crónica primera – Olga Novo

De como fui cuarto creciente
y llegué aquí descalza entre laureles
de cómo fluí por demoras de cuerpos
desvariada
de como noté envuelta en los helechos de los proscritos
y de cómo la ocupación dos equinoccios.
De cómo crecí del robledal
de cómo fui capaz de tanta barcarola
y de cómo concebí la revolución en nuestros vientres.

Y es que yo soy a la vida
lo que la lava al volcán.