Necesito tu voz planetaria
para acariciar mi sueño,
necesito tu mirada nórdica
que incendia mis noches
haciendo estremecer universos.
Necesito tu alma, necesito tu boca,
tu fuerza que es mi galaxia,
tus ojos que son mi sombra.
Te necesito todo tú todo,
desde principio hasta el final.
Archivo de la categoría: Poesía Guatemalteca
Lunas que caían a pedazos – Ana María Rodas
Lunas que caían a pedazos
descolgadas del cielo
lunas nuevas no vistas nunca
Lunas llenas a ratos
me inundaron la garganta de llanto
Lunas Siempre fueron lunas
A dónde ha ido todo?
Qué viento de cuarenta años borró tu
carne de mi carne?
Ariosto envió a Orlando
el Furioso
a buscar su sanidad mental
a ese lugar lechoso donde uno encuentra
todo
lo que se pierde en la tierra/
A dónde iré a buscar yo
el calor de las noches
la lluvia tibia
las cenas de sopa de fideos?
Nos comimos
la luna a pedazos Casi duró cuatro años
Creación – Margarita Carrera
Yo creo mi forma.
Soy mi propio Dios
y mi demonio.
Alejaos figuras ya hechas.
Quiero el barro
la carne no modelada
el alba de la palabra.
Yo modelare su nada
su naturaleza esquiva.
Dadme la lágrima
y el suspiro.
Les daré forma,
cuerpo, luz.
A tu ancho cuerpo de jade… – Carmen Matute
A tu ancho cuerpo de jade
y plata vuelvo,
jinete de manos verdes
y pleno cuerpo verde
de fosforescencias nocturnas.
A tu mansa lengua tibia
regreso,
a tu espléndido torso
de esmeradas vivas
e increíbles resplandores;
a tu canto
de agua simple,
recogida en tu inmenso lecho
de obsidiana oscura.
A tus olas vuelvo inevitablemente,
a tus amadas hojas líquidas
coronadas de magnolias
que se destrozan en instantes.
Amor desgarrado – Carmen Matute
Bajo el ala de la noche
que deja
su huella imprecisa
bajo la sombra
del corazón repudiado
rumores de vidrio
rozan el sueño esquivo.
En esa hora que rezuma olvida,
en esa hora secreta y desgarrada,
la piel que me contiene
se llena de nostalgia y latidos.
Desarraigado
el amor
acaricia
la entreabierta herida
que sangra.
Mar con rumor de gaviotas – Margarita Carrera
No sé si llego o si regreso.
No sé si me esperabas o si me buscabas.
No pregunto. Tampoco respondo.
Te traje a mi dimensión de arrecife y coral
porque tu barca atisbaba mi horizonte.
Navegaste con hábil precisión
entre mis acantilados
desafiando mis olas embravecidas
y el compás y la brújula
te fueron inútiles para conocer
el rumbo de mi viento.
¡Y desarmé tu sed de navegarme!
No debiste desafiar la calma de mi orilla.
Deshice los nudos de tus lazos
rompí tus velas y tus estandartes
y por fin… desarmado y vencido
te hice naufragar en mi caudal
de mar y profundidad.
Quedaste exánime boca abajo
tendido en la arena de mi playa.
¿Qué pregunta, qué orilla o qué coral
para desandar mi arena sobre tus huellas?
No sé si llego o si regreso
en el incesante va-y-ven de mis olas.
No. No pregunto porque después de todo
tampoco hay respuestas.
Sólo sé que soy este mar con mi calma de eternidad
y mi rumor de gaviotas.
Sé que soy el mar con dimensiones inabarcables
aunque no hayan más caracolas en mis playas
porque lejos se ha ido el amanecer de los recuerdos
y aunque no sepa si llego o si regreso.
Amado – Carmen Matute
Fui agarrándome de ti,
de tus ojos,
campanarios llenos de palomas,
y tu pecho
encendido como un lucero sólo.
Caminé desesperada
en los senderos
trazados por tus venas
y me así
a tus riñones
y testículos,
a tus orejas
y tu lengua.
Golosa
bebí con gratitud
láudano en tu boca
y me detuve
por siglos en tu sexo:
lo exploré
con soles diminutos
nacidos en las puntas de mis dedos
y cárdenos frutos mancillados.
Copié tu mirada,
doblé tu risa,
y lúbrica mordí
tu agonía con los dientes.
Autorretrato – Carmen Matute
Mentira:
el perfume
la voz
el encaje
la mujer de plástico
flor y ángel.
Verdad:
esqueleto y piel
angustia
pensamiento
eterna herida
inacabada.
Punto G – Carmen Matute
Un desangrarse lento
remontable
hasta la más pérfida belleza
hasta el misterio de la carne inerme
un ciego encadenarse
a la vida
en medio de secretas humedades
fingiéndose criatura marina
o tal vez demonio
cómplice de un ángel
goloso y triste
un desangrarse
un encadenarse
un agonizar feroz
entre la luz imprecisa y virgen
de un eclipse
cerrados los labios y los ojos
pero abierta
extraviada
florecida.
Propuesta del higo – Carmen Matute
Te propongo
la dulzura del higo,
su carne sonrosada,
replegada y húmeda
como un animal marino.
Goza el misterio de este fruto,
su textura de molusco,
su íntimo tamaño.
Tersa,
su pulpa
apremiará el deseo
de tu lengua.
Te propongo
las delicias del higo.
Muerde su violado,
desamparado centro,
prueba de nuevo -empecinado-
su carne
que guarda mieles y diluvios.
Las delicias y dulzura del higo
-pequeño y desbordado-
tan sólo te propongo.
Que tu boca profunda
se demore
en el dulzor secreto,
que asalte con lentitud
su carne desvelada.
Deja que a tu paladar
traiga la memoria
de sabores primitivos.