Era ella
un epitafio violento
como las mariposas que, entrando ya el otoño, apenas pueden
volar y son alzadas por el viento
sobre las matas de dalias
y qué feliz entrando en el bosque y sentir como se cierra cuando
avanzamos
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Cree… – Chus Pato
Cree
no, con ojos no
a no ser que los ojos sean un sagrado
y en el iris les gorgotee la laguna
y en la pupila nenúfares de Antela
Es el mundo quien ve:
las imágenes
las que se abren en la noche
se rasgan
tienen el fulgor de un verdel
croan como batracios
y son resto de una mente anterior y final
de una mente que se abre en espiral
y sólo en la distancia calca un trazo último
en un amanecer mayor
El tuyo
tu cuerpo es Orión
un órgano que se derrama
un instante antes de morir
la visión de una escala de notas
el calor de lo invisible
en los bosques
ESA CARTA QUE NUNCA VES – Chus Pato
La luz única llegará desde el sobre
un rayo blanco
cromado
llamando,
de llevarlo, será en el bolsillo, porque las manos tienen que ser libres
las necesitas para salir
Cuando hablamos de honestidad
señalamos la fidelidad a un nombre
que no somos capaces de recordar
No es que al abrir el sobre se nos presente nimbado
él mismo es el aura
Klee nos propone un viaje al país del Mejor Conocimiento
en algún instante cruzaremos las aguas
nos sumergiremos en el lecho
con las lampreas
y a lo lejos serán los arcos frágiles del puente
ya en la ribera otra
quizá
vayamos a dar con una compañera de viaje
dirá
«caminamos erguidas porque nuestras columnas son paralelas
a la subida de la savia cuando florecen los manzanos»
La mayoría de los árboles ya han perdido sus hojas
aguardan el beso invernal
el sol de la mayor distancia
No las recuerdo… – Chus Pato
No las recuerdo
no les puedo tomar fotografías
se nutren del aliento de la tierra
son secuencias
al alba
adquieren la consistencia de palabras
huelen a caverna en hibernación
Indican que la tierra es la mente
y aguarda
Madre… – Chus Pato
Madre
volaron los santos contigo
te los llevaste
vestían zamarras de lana
como las faldas de los Gudea
las piernas del Bautista eran fuertes
las venas hinchadas como las de un gladiador
los rizos, los de René
algo de su voz para decir yo
en la boca
así escribo
la noche se abre y cae
un vientre
en los desiertos