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Ororó (fragmento) – Ana Strauss

Ahora bien

ahora, sin mis pies pisando el suelo

la mirada hastiada

encuentra belleza

ahora la mirada

mira las sillas y la mesa

el sol se posa con cierta alegría en el cuenco

la palabra sol

derrama su luz

el color en la vocal donde me ovillo

y buscando algo de sombra

allí cuando la mirada se vuelve

y la mirada descubre el rostro en la mano del que mira

la línea del rostro donde fuimos manos

el minuto donde las manos otean

el rostro, la línea de cada letra hecha

y la línea del rostro

dirá

velada

y qué se mira en el rostro

qué se mira en la cara querida

qué se mira en la línea que define el gesto

la cara hecha a media hora

y cuando en los ojos cerrados qué

memoria de dátil

de ovillo

donde la mirada se opaca

una imagen que borre otra imagen

y acaso volver a

amar

entre pared

humo

la mirada ahumada

la mañana ahumada

el rostro

eso que dice rostro

la inminencia del rostro

y su perpleja perplejidad

trasiego

algo en la mirada se añica

hasta que la mirada vuelva a componer

atisbo

mil años en un parpadeo

entre salinas y huellas de sol

entre mi vestido y mi enagua

huella anterior

ahora en mi galope

mis leguas de galope

mil leguas en la salina

me leguo mil leguas más

entre hierro y herraje

un día

cerrar los ojos

respirar

los párpados cerrados

mil leguas al galope, mil lunas al galope

que el palabrerío

desencadene

las palabras anteriores

II

mira hacia la ventana

la ventana

la mesa

la vela

el plato

la copa

la casa la casa la casa

tres nombres la casa

llamo a esa rosa

la cito

dice la didascalia:

diez veces tirar los dados

cerrar la puerta

(lo haré)

en el lugar común de la belleza

la belleza de la rosa

la rosa, mira, la rosa

la rosa

es mirada

aunque la rosa completa sobre la mesa

llamo a esa rosa

la cito

rosa allí

inmóvil

sobre la tierra de toda tierra

a cada palabra en cada palabra a las palabras

adornarlas

ignorarlas

quemarlas hasta el tedio

hasta el cansancio

hasta el más acá de todos los sitios

amarlas hasta el cansancio

hasta el tedio y la distracción

habría que amarlas para hacerlas oro, rubí y coco, fruta y limón

habría que amarlas hasta el cansancio, hasta mañana, hoy, ayer y siempre

habría que amarlas como niñas

como ancianas

amarlas hasta el hastío, hasta la risa

hasta la rosa

III

debería yo

rascar mis manos hasta encontrar aceite

fuego, brasas

debería

hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena

debería entre mis manos

hacer arena

deletrear luces

al cabo de unas horas se abren los ojos

a veces soy mientras duermo

dedos de una mano

la tonalidad de una luz al atardecer

mi mareo se adelanta

debería

hacer dunas, arena, debería hacer arena, y más arena

debería entre mis manos

hacer arena

en días

debería encontrar hojas, asir el cabello

pausar en cada paso

antes de enunciar

hablaré con cada letra

arrogancia

el baile de las letras, su danza y entre el sueño se me huyen

la mañana anterior moldeada

palpo esa idea anterior entre mis manos

mirar antes

mirar lo que viene andando

entre lo que es mi cuello y labios sellados

yo me estoy hablándome a mí y de hablar entre mi piel

me estoy hablando

cuando cierro las pupilas

desarraigo las pupilas

jazmín, amarro una rama

amarro un paso del día

de ese día sobre mi palabra

la boca

los pies

me retumbo en mí diciendo

debería hacer arena en mis manos

en la elocuencia de las manos porosas

detenerme paso a paso

haciendo mi jazmín de noche

a la mañana siguiente

haciéndome

paso a paso en el telón

allá hacia el jardín de mi cuello

al cabo de unas horas se abren los ojos

soy durmiéndome

mis ojos caen

interior

en mi lengua sujeto el agua

que el palabrerío

desencadene

las palabras anteriores

allí no reconozco las orillas

de mis palabras nada

se me vacían los ojos

llueve

de allí la imagen

primero la comisura

primero en la comisura

primero está la comisura

he perdido la mirada de mis pies

mi sombra más lejos

me desmembró de mis otras orillas

debería yo

deletrear luces

al cabo de unas horas se abren los ojos

se recobran los ojos

antes del deseo

aún antes del deseo

he olvidado qué decirme

las manos palpan algunas piedras o perlas

se hace una pedrería en la garganta

ahora, sin mis pies pisando el suelo

una imagen que borre otra imagen

y acaso volver a

amar.

Ars Vitae – Diego Maquieira

Teníamos fuerte afición al vino
le rendíamos culto a los racimos de uva
y éramos arrogantes, crédulos
pendencieros
Preferíamos la muerte
a perder la libertad
y llevábamos la alegría del amor
hasta las puertas del infierno
hasta desafiar a la misma muerte
desnudándonos en pleno combate
o agrandándonos las heridas recibidas
Y si veíamos en peligro la vida
de nuestras mujeres y la nuestra
nos dábamos muerte por gusto continuo
Y éramos tan arrebatados en la guerra
que jamás actuábamos de acuerdo a un plan
No conocíamos ni la humildad
ni la caridad, ni la abnegación
ni la dulzura
Éramos serios y semifabulosos
y adorábamos a nuestras esposas
que adoraban el falo y el oro.

La mujer invisible – Osías Stutman

El buen hombre invisible, en sus vendajes,
es más real que esa Reina nerviosa. Todo
envuelto en las densas neblinas de Abril,
en el atardecer de Nueva York se recorta su figura.


Su mujer invisible se pasea desnuda,
camina a mi lado, su silueta en la niebla,
y siento su tibieza y los olores de sus pliegues.
Nunca la vi, no conozco su rostro, pero fuimos amantes


seis años. Cientos de veces vi mi simiente
en el aire, flotando, dentro de sus huecos.
Su sudor cayó sobre mi rostro, tisana tibia, única,
mientras me montaba invisible, como rocío de la mañana.


No sé si es negra, blanca, roja, color del marfil,
pálida o rosada como una rusa. ¿Rubia? Habla poco,
quiere ser escritora, ama a hombres y mujeres
al azar. Me dice que a veces "pone los ojos en blanco".


Evita la niebla y las sombras del crepúsculo.
Demasiada neblina blanca hoy y no la espero.
Se exalta oyendo "Nabucco", suspira y se sacude
con la música, tiembla sin frío, y recuerda la patria.


Habla con eco, su saliva es dulce como la miel,
es pegajosa, abundante, visible cuando sale de su boca.
Estas son algunas de sus frases y preguntas:
"La soledad destruye a la mujer y completa


al hombre" que es dudosa cita de Chanel. "Cada
salida es una entrada", dicha en invierno.
¿Ofelia es hombre o mujer? pregunta siempre.
Los nuestros son amores intrincados y difíciles.